Tumban bancos, empresas, países y ahora hacen temblar todo un continente. Se calcula que cada año los mercados mueven 3.450 billones de euros, frente a los 45 billones que supone el PIB mundial. Es decir, producen 76 veces lo que genera nuestra economía real. Pero los mercados son seres etéreos. Nadie puede señalarles con el dedo o poner su rostro en las portadas de los periódicos. Tampoco pueden sentarles en un banquillo, por mucho que sean los culpables de la crisis económica mundial. Detrás de la cortina de humo de los mercados se esconde la avenida familia de los fondos de inversión, entidades cuya misión es invertir, es decir, comprar y vender activos (divisas, acciones, deuda pública o productos derivados) con el único fin de obtener beneficio y que mueven la friolera de 18 billones de euros al año. En la cima del mercado se encuentra Blackrock, la mayor gestora del mundo. Ella sola maneja 3,65 billones de dólares, casi tres veces el PIB español. Su presidente y consejero delegado, Laurence Fink es considerado por muchos el «rey de Wall Street». Ronda los 60 años años, arrancó su carrera profesional en First Boston, donde perdió su empleo por las pérdidas que la entidad sufría por sus apuestas en deuda vinculada a hipotecas. En concreto, Fink trabajaba con el mismo producto financiero que hizo quebrar a Lehman Brothers y originó la crisis económica. Pimco, el mayor fondo de inversión de renta fija con más de 1,3 billones de dólares bajo su ala, dedica su capital a la compra de deuda. En otras palabras, es la que engorda cada día la prima de riesgo española, haciendo prácticamente imposible que España pueda financiarse. Bill Gross, la estrella de su plantilla de inversores y uno de los gurús de la Bolsa advertía a los inversores contra España con frases como «Grecia era un grano, Portugal es un forúnculo y España es un tumor», ya que según el «no hay que meter dinero en Europa porque no va a salir de la crisis de deuda».
Para entender lo que es un Hedge Fund lo mejor es ver lo que son capaces de hacer. Mediante su Hedge Fund, el magnate George Soros pidió prestado 15.000 millones de libras esterlinas, y las cambió sigilosamente a dólares. La intención de Soros era tomar una posición corta contra las libras, es decir, apostar a que se devaluarían. Soros, que en la actualidad se dedica a la filantropía y el activismo político, aprovechó el miedo al contagio. Convocó a los medios y anunció que estaba convencido de que la libra caería nada más terminar la rueda de prensa. En el momento en que su intervención ante los medios finalizaba, Soros vendió masivamente sus libras prestadas y envió así la señal al mercado de que la libra caía de verdad. El pánico hizo el resto. El Gobierno británico respondió con todo un arsenal de política monetaria, pero tras gastar más de 50.000 millones de dólares tuvo que rendirse: los especuladores le habían vencido. Con la libra por los suelos Soros compró 15.000 millones de libras, aprovechando su depreciación y las devolvió, quedándose con la diferencia resultante entre el precio al que las vendió y al que las compró. Su ganancia fue espectacular y demostró que un solo hombre es capaz de poner de rodillas a todo un país.
La industria de los Hedge Funds goza de una escasa regulación. Su actuación, basada en asumir elevados niveles de apalancamiento y riesgo, hace que sea una industria contemplada por los reguladores como una potencial fuente de riesgo sistémico. Al contrario que los bancos, los Hedge Funds no son intermediarios financieros indispensables para el sistema ni para la economía real, ya que no son cruciales para la financiación de las empresas. Su operativa se basa en gran medida en la toma de posiciones cortas y en el uso de los derivados financieros, con el fin de llevar al límite el objetivo de la maximización del beneficio, y para ello acuden a todos los mercados: acciones, deuda privada, deuda pública, futuros. Luego una regulación excesiva de figuras como los derivados o las posiciones cortas «mataría» la esencia misma de los Hedge Funds. Su razón de ser, por tanto, es operar en las grietas sin regulación del sistema. Es esa escasa regulación puede ser fuente de generación de inestabilidad financiera, una vez que ejecutan operaciones con una gran exposición a la volatilidad. El elevado apalancamiento, la opacidad en sus operaciones o las altas comisiones son características. El tamaño que llegan a alcanzar muchos de ellos y unas estrategias muy ligadas a la exposición al riesgo propicia que estos posean un gran potencial del riesgo sistémico.Debido a su relativa complejidad son plenamente desconocidos para la mayoría de la población. Una población que es, paradójicamente, la principal afectada por la actuación de estos instrumentos financieros.
¿Cómo opera un Hedge Fund? Utilizan aquellos instrumentos que siempre son susceptibles de ser regulados y limitados pero que están permitidos. Por ejemplo, las operaciones a corto. Tomar una posición corta significa apostar a que un valor va a bajar. Por ejemplo, un hedge fund puede vender sus acciones hoy y comprarlas mañana cuando hayan bajado. Como se vende hoy más caro de lo que se comprará mañana hay beneficio. Una posición corta desnuda (naked short) es lo mismo pero en el caso de que se esté vendiendo algo que no se tiene. Por ejemplo, vendemos al precio de hoy para entregar pasado mañana y esperamos que mañana valga mucho menos. Mañana compramos y lo entregamos pasado mañana, haciendo el beneficio.
Los 25 hedge funds más grandes del mundo ganaron en 2010 la friolera de 22.000 millones de dólares. Un año antes, en 2009, JP Morgan destacaba como el mayor hedge fund con una gestión de activos que rondaba los 53.500 millones de dólares.Cifras que asustan, y que no son una excepción. Ese mismo año Bridgewater Associates (43.600 millones), Paulson & Co (32.000 millones) o el Soros Fund Managment (27.000 millones) destacaron como los fondos de inversión de alto riesgo más grandes del mundo.
Pero en 2011 se consolidó un nuevo rey en la selva del mercado. El fondo Bridgetawer Pure Alpha administra un total de 72.000 millones de dólares en activos.
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