domingo, 17 de abril de 2011
Rebelión Vikinga
Luego de años de escuchar la catilinaria de que Argentina no paga, Argentina desfalcó a los jubilados italianos, alemanes y japoneses, resulta notable el silencio mediático en torno a los acontecimientos de similar tenor en Islandia, país que en consulta popular decidió no pagar con fondos públicos la deuda contraída por el mayor banco islandés con inversores ingleses y holandeses. El secretario jefe del Tesoro británico, Danny Alexander, expresó su decepción ante el rechazo de los islandeses a pagar 5.000 millones de dólares (unos 3.700 millones de euros) por el colapso de los bancos islandeses en 2008 a causa de la crisis, a Reino Unido y Países Bajos. Así, los islandeses se han negado por segunda vez al pago de la deuda de sus bancos y a indemnizar a los británicos y holandeses afectados por la quiebra del banco online Icesave, dependiente de Landsbanki, uno de los tres bancos islandeses que fueron a la quiebra en 2008. En el momento de la crisis, Londres y La Haya devolvieron la totalidad de los ahorros que sus ciudadanos tenían en el banco, un dinero que piden ahora al estado islandés y que equivale a un tercio de su PBI. Tanto Reino Unido como Holanda han amenazado con bloquear la entrada de Islandia en la UE si la deuda no es devuelta. Los islandeses consideran que no tienen que hacerse cargo del fraude bancario, cuestión que inquieta a la Unión Europea, que ve en esta postura un virus peligroso. Es que está en marcha y en ciernes la llamada revolución de las cacerolas, el ejemplo islandés, al que se agarra cada vez más gente en la periferia de Europa, por la irritación que provoca el empeño de Bruselas y el BCE en defender a los bancos, aun a costa de una oleada de austeridad y recortes draconianos. Que los islandeses rechacen de nuevo pagar de su bolsillo su crisis bancaria confirma cuánto y lo bien que aprovechan la formación que reciben de su sistema público de educación, que por cierto ayudó en 2009 a que la ONU lo señalara como el tercer país más desarrollado del mundo. Que en el norte de Europa se vistan por los pies y sostengan que quien la hace la paga entra dentro de lo justo. Los bancos, con su siempre tan ávida especulación financiera, crearon esta crisis económica y pretenden que la pagen solo sus modestos usuarios, mientras que sus consejeros engrosan sus bolsillos y los cómplices necesarios como los políticos miran para otro lado. El precio que va a pagar Islandia por su valentía es no ingresar en la zona euro. Islandia ha descubierto una forma particular de salir de la crisis económica, la de negarse a pagar las deudas contraídas por sus bancos y rechazar heroicamente que los ciudadanos soporten las consecuencias de una gestión financiera nefasta. Y más aún, esto lo ha conseguido el pueblo islandés solito, negando a su Gobierno la autorización para pagar las deudas, constituyéndose en actor directo de su democracia. Es una revolución, dicen, tanto económica como democrática: por vez primera el pueblo toma en sus manos la gobernación y adopta decisiones sabias y justas que ponen a cada uno en su lugar. No como en Grecia, Irlanda, Portugal o España.
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