Si las evidencias eran pocas o si hacía falta alguien para que re-re-confirmara este nuevo desorden financiero global que impone EE.UU. el bueno de Bernanke cedió (una vez mas) a la tentación y puso a volar el helicóptero desde el cual arrojará hasta u$s 900.000 millones, casi tres veces el PBI de la Argentina. Bajo la presión que implica la reciente derrota del oficialismo demócrata en las elecciones legislativas en EE.UU. provocada por el alto desempleo y la imposibilidad de mejorar los números económicos, ayer la Fed se “apuró” a poner todo lo que tiene al servicio del presidente Obama: la máquina de hacer billetes. Buscará así devaluar aún más su moneda. Pero lo hará con un recurso diplomático (a medias): comprará bonos del Tesoro de EE.UU. a largo plazo. Como la tasa de interés de los bonos se mueve en forma inversa al precio, la gran demanda de títulos (artificial) que hará la Fed subirá los precios de los bonos, bajará los rendimientos, y al ser menos rentables, hará menos atractiva la inversión en estos títulos. Esto implicará menor necesidad de dólares por parte de los inversores. De esta manera EE.UU. alienta deliberadamente una venta de dólares en los mercados monetarios internacionales a fin de hacer subir los tipos de cambio relativos de sus principales “rivales” comerciales, aumentando así el precio efectivo de las exportaciones hacia Estados Unidos mientras disminuye los precios de exportaciones estadounidenses a los otros mercados. La palabra que nadie menciona pero todos piensan es “reflación”, que implica estimular a la economía incrementando la masa monetaria o reduciendo los impuestos. Se trata del antídoto natural para la caída de los precios por falta de demanda (deflación) y generalmente se utiliza para regresar los precios a niveles ordinarios después de una recesión. Estados Unidos tuvo una, y está tratando (sin suerte) de salir.
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