sábado, 27 de noviembre de 2010

Crónica de cómo la industria alimenticia argentina quedó en manos extranjeras

Hubo un tiempo en que la identidad argentina de algunos productos hablaba por sí sola y no hacía más que poner de manifiesto a un país pujante en materia de alimentos. Marcas como Criollitas, Paty, Quilmes, Canale, Mantecol, Tita y Rhodesia, entre tantas otras, fueron durante muchos años un símbolo del auténtico "made in Argentina" que acompañó a muchas generaciones. Pero hoy en las plantas de las marcas más emblemáticas ya no se agita sólo la bandera albiceleste. Antes que los liberales hijos de mil puta empezaran a destruirlo todo (cosa que siguen haciendolo hasta la actualidad) cuando se hablaba de galletitas, los nombres de Terrabusi o Bagley automáticamente se hacían presentes en la mente de los argentinos íconos locales. El pan de mesa era Lactal y las empanadas con sello autóctono eran La Salteña. Pero ese tiempo pujante de marcas "albicelestes" terminó. A partir de la década del 90, y a lo largo de sucesivas "oleadas extranjeras", el poderío de las principales multinacionales del sector alimenticio comenzó a hacerse sentir con fuerza en el país. Pasados los años, se llegó a un presente en el que el grueso de los alimentos que pueblan las mesas, alacenas y heladeras de los argentinos han dejado de ser producidos por compañías de capitales nacionales. Peor aún, muchas de estas "naves insignias" han desaparecido. Una primera muestra de esta tendencia, que golpea de lleno en el corazón de los nostálgicos de la producción 100% local, puede ubicarse en la compra de Terrabusi por parte de Nabisco Foods. Ese traspaso, que implicó el pago de 361 millones de dólares, colocó bajo el paraguas de la multinacional norteamericana a productos clásicos como las galletitas Express. El movimiento de Nabisco tuvo su complemento apenas unos años después, cuando la firma le compró al grupo Macri la también emblemática Canale. Entre ambas operaciones, la multinacional llevó para sus arcas otra marca de peso: Mayco, reconocida por elaborar las vainillas Capri. Y a eso le adicionó, también, la adquisición de Vizzolini, la tradicional línea de pastas. En paralelo a esta avanzada, que dejó bajo el control externo la fabricación de etiquetas como Melba, Duquesa, Manón, Variedad y Tita, por sólo mencionar algunas, se iniciaron -fuera de la Argentina- las primeras conversaciones entre Nabisco y otro gigante en franca expansión. El resultado: Nabisco comunicó que toda su operatoria iba a pasar a manos de la también estadounidense Kraft. Así, las deliciosas Pepitos, entre tantos otros íconos, volvían a cambiar de dueño. Estos casos apenas representan la punta de un iceberg y no hacen más que poner de manifiesto el derrotero que ha seguido la industria alimenticia local. Una evolución que lejos está de mostrar un potencial cambio de rumbo. Por el contrario, las voces de empresarios y especialistas coinciden, una y otra vez, en que los traspasos seguirán a la orden del día. Es así como la tendencia de vender marcas reconocidas llegó para quedarse. Hoy casi no hay empresario argentino que se resista a vender si la oferta que le llega es buena. La actitud es comprensible. Sienten que se encuentran en desventaja para competir ya que no tienen acceso ni a créditos importantes, ni a montos a largo plazo. Perciben que carecen de respaldo para poder hacerle frente a una multinacional. El Estado los abanona al “libre mercado”, no los ayuda porque eso es “distorsionar” la economía. ¡Váyan con ese cuento a los chinos y se les reirán en la cara, manga de mal paridos!.

Al momento de abordar algunos de los casos que mejor representan la penetración de las multinacionales en el segmento alimenticio local, Terrabusi asoma, sin dudas, como uno de los ejemplos más concretos. Kraft, luego de comprar a esta marca tan tradicional, y posteriormente al pasar a controlar a Cadbury a nivel global, se hizo de otro interesante combo de marcas clásicas, como los chicles Beldent y Bazooka, así como del Mantecol, uno de los emblemas indiscutidos entre las golosinas argentinas. Así las cosas, hoy el gigante estadounidense tiene bajo su haber en el segmento:

• Chocolates: Cadbury, Shot, Rhodesia, Milka, Tita y Toblerone.
• Galletitas: Cerealitas, Express, Club Social, Oreo, Pepitos, Melba, Duquesa, Aventura, Manón y Variedad.
• Bebidas en polvo: Clight, Tang y Verao.
• Pastas: Canale, Vizzolini, Don Felipe.
• Premezclas: Royal.

Otro muestra de cuán relevante ha sido el desembarco de este tipo de grandes compañías en territorio nacional está dado por el caso Bagley, que quedó en poder de la francesa Danone. A partir de su absorción, la elaboración de Criollitas, un ícono de las galletitas argentinas, dejó de tener "ADN" argentino. El siguiente movimiento de la compañía europea tuvo lugar en 2005, con la firma de un acuerdo con Arcor mediante el cual no sólo tomó posición dentro de la empresa cordobesa, sino que, además, le permitió hacer pie en mercados regionales como Chile y Brasil. Así, los negocios de galletas, alfajores y barras de cereal de ambas compañías se unieron para constituir la mayor empresa de ese rubro de toda América del Sur: Bagley Latinoamérica. Además de Criollitas, Danone, la dueña de la otrora Bagley, produce Sonrisas, Merengadas, Opera, Traviata, Saladix, Bon o Bon, Tofi y Cabsha, entre tantísimas otras. Pero la presencia de Danone no se agota sólo en el control de Bagley y la sociedad con Arcor.

Muy por el contrario, la francesa también se hizo sentir en el negocio lácteo. Previo pago de u$s22 millones a Mastellone Hermanos, la compañía también pasó a decir presente en el esquema comercial de La Serenísima. En el segmento lácteo la firma es dueña de las marcas Yogurísimo, Actimel, Danonino, Ser y Activia, entre otras. Ambas firmas comparten hoy la logística del abastecimiento de leche cruda y la distribución de varios de sus productos. Además de estos atributos, Danone también ejerce otra condición: es la compañía líder en el mercado local de agua mineral. En 1999, la firma europea pagó u$s135 millones para quedarse con Villavicencio. Mediante esa adquisición, la empresa se transformó en la dominadora absoluta del mercado de agua mineral en la Argentina, con el 64% de penetración en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires y el 44% en el interior.

En el ámbito de las bebidas, el sector cervecero acumula el grueso de las compras más resonantes concretadas por multinacionales. En 2006, el grupo belga-brasileño InBev cerró la adquisición de Quilmes a cambio de 1.200 millones de dólares. La operación se canalizó a través de AmBev, la filial brasileña de InBev, que pasó a controlar casi la totalidad del paquete accionario de Quilmes Industrial (Quinsa), la sociedad holding dueña de la cervecera argentina. Desde hace años, Quinsa es la compañía poseedora de las marcas de cervezas líderes no sólo de la Argentina, sino también de Uruguay, Paraguay y Bolivia. Por fuera del negocio cervecero, Quinsa también es propietaria del agua mineral Eco de los Andes y tiene la licencia para la producción y comercialización de la línea de bebidas de Pepsi en gran parte del territorio argentino. En el mismo segmento, las principales competidoras de la consagrada Quilmes también son controladas por una firma foránea. Así, la chilena Compañía Cervecerías Unidas (CCU) tiene bajo su control la producción de las cervezas Budweiser, Bieckert, Palermo e Imperial.

En el segmento cárnico, frigoríficos brasileños como Marfrig marcaron el ritmo en lo que hace al control de marcas emblemáticas. La firma mencionada concretó en 2007 la compra de Quickfood, controlante de las reconocidas hamburguesas Paty. En su momento, el avance de la brasileña sobre la empresa local conmocionó el negocio de la carne. Sucede que la firma era una de las grandes exportadoras controladas aún por capital nacional. Quickfood elabora cerca del 50% de las hamburguesas que se consumen en el país. También, en octubre de 2007, Marfrig compró Argentine Breeders & Packers, un frigorífico exportador ubicado en la localidad santafesina de Hughes. Su par brasileña JBS-Friboi, en tanto, adquirió en septiembre de 2005 Swift Argentina, que la convirtiera en la multinacional con mayor capacidad de faena del mundo (47.100 cabezas por día).

En lo que hace a los panificados, la mexicana Bimbo concretó en 2004 su desembarco en la local Fargo, dueña de la marca Lactal. Mediante esa adquisición, los aztecas pasaron a dominar sin mayores problemas el mercado de pan lactal de la Argentina. Esta batería de compras y movimientos llevados a cabos por multinacionales se completó con traspasos como el de Gándara que, desde 2009, quedó en poder de los supermercados chinos. La operación abarcó no sólo la planta que tiene Gándara en la localidad bonaerense de Lezama, sino también todas sus marcas, incluyendo Saavedra (quesos blandos), Chascomús (dulce de leche) y Sandy (línea de postres).

El control de la láctea se suma a las incursiones accionarias que ostenta la ya mencionada La Serenísima, y también la santafesina Milkaut que, desde 2006, cuenta con la participación de la francesa Bongrain en su esquema accionario. Antes de esta incursión, la firma europea ya producía -y aún lo hace- en el país algunas de de las marcas más valoradas de quesos como Adler y Bavaria (adquiridas a Nestlé), Santa Rosa, Atuel y Huemul.

Mientras que América latina construye multinacionales, Argentina va en dirección contraria. Hoy por hoy, si hay una buena oferta extranjera es probable que hasta Molinos Río de la Plata termine cambiando de dueños.

Fuente

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Te puedo preguntar una cosa?:
¿Te parece emplear las categorías de "Mal Paridos", "Hijos de Puta"?

Yo creo que tenés que levantar la puntería, ¿si vos fueses industrial, qué harías?

¿Pisaste/trabajaste alguna vez en una fábrica?

Me parece que no, hacé la prueba y opiná después desde adentro y con fundamentos.
(Alcides Acevedo)

Rogelio dijo...

Resulta evidente, luego de una lectura atenta, que en manos de estas pocas empresas extranjeras está determinar en una proporción importante cuál es el nivel de precios de la 'canasta de primera necesidad'.
Los análisis de la inflación que se publican hoy le atribuyen un cierto componente a la 'inelasticidad de la oferta' que llegado determinado nivel no hace las inversiones requeridas por 'falta de seguridad juridica o incertidumbres o falta de incentivos o repudio al riesgo'.

Ahora bien, una vez detectadas con claridad las características del problema, es menester dar un paso más intentando imaginar una política correctiva de esta falta de densidad nacional.

Te dejo algunas preguntas:
¿ qué intentos se han hecho en otra dirección durante la última década ?
¿ cuáles merecen considerarse en el futuro ?
¿ quiénes son los actores sociales interesados en un crecimiento industrial nacional ?
¿ puede ejercer la reactivación del Plan Nuclear Argentino un efecto de contagio ?

Saludos.

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