viernes, 26 de noviembre de 2010

La economía oculta de los piratas

Peter Leeson, en el libro "El gancho invisible: La economía oculta de los piratas" (Princeton University Press, 2009) explica los principios fundamentales de la economía y democracia modernas, tomando como modelo las tripulaciones de los barcos piratas del siglo XVIII. Sí, los mismos barcos que, en un tiempo, navegaban bajo el mando de gente como Barbanegra y el capitán Kidd y ondeaban estandartes que lucían cráneos y tibias. Leeson muestra que, gracias al férreo código de los bucaneros -obedecido por todo pirata digno de ese nombre- era un sistema justo: democrático, igualitario y abierto a la diversidad. Era, en pocas palabras, un modelo perfecto de sociedad capitalista. El primer hombre que trazó un paralelo entre los piratas y los mercaderes (en otras palabras, los empresarios libres, modelos del capitalismo futuro) fue Aristóteles -si bien él no pudo haber sabido nada acerca del capitalismo-. Aristóteles fue el primero en definir "metáfora", tanto en "Poesía" como en "Retórica", y en esas primeras definiciones aseguraba que la metáfora no es un simple ornamento sino una forma de conocimiento en sí. No obstante, durante muchos siglos después de Aristóteles la metáfora siguió siendo vista sólo como una forma de embellecer un discurso sin cambiar su sustancia. Y hasta la fecha, algunos siguen opinando que ésa es su función. Pero en "Poética", Aristóteles escribió que comprender buenas metáforas es ser capaz de identificar conceptos similares o relacionados. El verbo que empleó es "theorein", que significa discernir, investigar, comparar, juzgar. Con relación a esta función cognoscitiva de la metáfora, Aristóteles entró en más detalles en "Retórica" cuando escribió que cosas que generan admiración son agradables porque nos llevan a descubrir una analogía inesperada. En otras palabras, como él escribió, "colocan ante nuestros ojos algo de lo que nunca nos habíamos dado cuenta, y nos lleva a pensar: 'Mira, eso es realmente como es, y sin embargo yo no sabía'". Como podemos ver, en esta forma Aristóteles asignó a las buenas metáforas una función semicientífica. Es un tipo de ciencia que no involucra descubrir algo desconocido, sino que crea una nueva forma de ver las cosas. ¿Y cuál es uno de los ejemplos más convincentes de metáfora que colocó ante nuestros ojos? Una metáfora (y no tengo la menor idea dónde la encontró Aristóteles) en la que los piratas eran descritos como "proveedores" o "abastecedores". Como con otras metáforas, Aristóteles sugería que, cuando estuviéramos enfrentados con dos cosas aparentemente diferentes o incompatibles, debíamos identificar cuando menos una propiedad común que compartieran, y entonces quizá viéramos las dos cosas diferentes como especies del mismo género. Generalmente los mercaderes eran vistos como gente buena que navegaba los mares para transportar y vender legalmente sus mercancías, en tanto que los piratas eran los villanos que atacaban y saqueaban esos barcos mercantes. No obstante, la metáfora sugiere que lo que los piratas y mercaderes tenían en común era que transferían bienes de una fuente hasta el consumidor. Sin duda, una vez que los piratas habían saqueado a sus víctimas, se alejaban navegando para vender sus ganancias mal habidas en uno u otro lugar, y en consecuencia, ellos eran también transportadores, proveedores y abastecedores de mercancías -aun cuando sus clientes estuvieran adquiriendo bienes de dudoso origen-. En cualquier caso, esa sorprendente similitud entre mercaderes y sus predadores crea toda una serie de suspicacias, de forma que el lector es llevado a pensar: "Así es como era, y yo estaba equivocado antes". Por una parte, esta metáfora hace necesario reconsiderar el papel del pirata en la economía del Mediterráneo. Pero, por la otra, lleva a uno a reflexionar con cierta sospecha sobre el papel de los mercaderes y sus métodos. En pocas palabras, esta metáfora parece anticipar lo que el escritor alemán Bertolt Brecht diría siglos más tarde: que poseer un banco es un crimen peor que robarlo. Aristóteles no pudo haber anticipado lo extrañamente inquietante que sonaría hoy la frase de Brecht, a raíz de la crisis financiera internacional. No hay necesidad de pretender que Aristóteles hubiera estado de acuerdo con Karl Marx. Pero es muy fácil sentirse divertido por esta historia de piratería. Astuto diablo, ese Aristóteles.

Fuente: Umberto Eco

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

80/20
Pareto enunció el principio 80/20 basándose en el denominado conocimiento empírico. Observó que la gente en su sociedad se dividía naturalmente entre los «pocos de mucho» y los «muchos de poco»; se establecían así dos grupos de proporciones 80-20 tales que el grupo minoritario, formado por un 20% de población, ostentaba el 80% de algo y el grupo mayoritario, formado por un 80% de población, el 20% de ese mismo algo.
Estas cifras son arbitrarias; no son exactas y pueden variar. Su aplicación reside en la descripción de un fenómeno y, como tal, es aproximada y adaptable a cada caso particular.
El principio de Pareto se ha aplicado con éxito a los ámbitos de la política y la Economía. Se describió cómo una población en la que aproximadamente el 20% ostentaba el 80% del poder político y la abundancia económica, mientras que el otro 80% de población, lo que Pareto denominó «las masas», se repartía el 20% restante de la riqueza y tenía poca influencia política. Así sucede, en líneas generales, con el reparto de los bienes naturales y la riqueza mundial.
Una de las aplicaciones más conocidas es su uso para análisis de ventas o comercial. Las compañías que realizan un análisis de facturación respecto al número de clientes constatan que, aproximadamente, el 80% de la facturación depende del 20% de los clientes. Casi nunca se observa una relación 80-20 exacta, pero la desproporción entre ventas y número de clientes suele ser cierta. Con esta información se puede decidir qué clientes son estratégicos (hay que cuidar) y cuáles tienen menor importancia.
El principio de Pareto también se utilizar para analizar el surtido o gama de productos que vende una empresa comercial. El 80% de la facturación proviene del 20% del catálogo de productos. En general, el principio de Pareto permite analizar una situación y facilitar la toma de decisiones estratégicas trabajando con datos reales.
No obstante, el principio de Pareto permite utilizar herramientas de gestión, como el diagrama de Pareto, que se usa ampliamente en temas de control de calidad (el 80% de los defectos radican en el 20% de los procesos). Así, de forma relativamente sencilla, aparecen los distintos elementos que participan en un fallo y se pueden identificar los problemas realmente relevantes, que acarrean el mayor porcentaje de errores.
De la misma manera, en el mundo de la Economía, la Política, etc., el principio de Pareto puede ser enunciado de diferentes formas, resumiendo en cierto modo aquel dicho de…”Para lo que me pagan, mucho trabajo y para lo que trabajo, mucho me pagan”, vamos, que el 80% sólo cobra un 20% de los rendimientos del negocio…….

Marc de Zabaleta

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