Gran Bretaña, más que cualquier otro país desarrollado, ha venido aplicando las recetas convencionales de los keynesianos. Bajó las tasas de interés, aumentó el gasto público, emitió dinero a lo loco, y nacionalizó casi la mitad del sector bancario. Los resultados fueron calamitosos. La economía está planchada, el desempleo aumenta, la libra se hunde, y el precio de los bonos está poniendo al país, junto con Grecia y Portugal, en la categoría de “bancarrota inminente”. El debate público sobre el estado de la economía británica se animó la semana pasada con una pelea entre economistas. Un grupo de neoclásicos que incluía a los ex responsables de la política del Banco de Inglaterra Tim Besley, Howard Davies, Charles Goodhart y John Vickers publicó una carta en el Sunday Times solicitando al irascible Gordon Brown que controlara el déficit en rápido aumento. Los responsables de la crisis actual advierten que si no lo hiciera, la estabilidad de la recuperación económica que intentan desesperadamente los keynesianos se vería amenazada, y los inversores venderían libras. Como no podía ser de otra manera, esto generó una respuesta mordaz de los keynesianos, que están instando al Reino Unido a gastar mas para salir de la recesión. Los premios Nobel Stiglitz y Solow fueron algunos de los firmantes de cartas escritas por un grupo de 67 economistas que insisten en que el gasto con déficit es la única manera de salvar la economía. Las cartas, publicadas en el Financial Times, sostenían que “un shock agudo” en este momento “sería positivamente peligroso”. ¿Quiénes tienen razón, y quiénes están equivocados?. Unos generaron esta megacrisis con sus recetas y los otros no pueden resolverla con las suyas. Mas allá de los debates “ideologicos” los hechos son que el déficit presupuestario ya supera el 12% del PBI, a la par de Grecia. Las tasas de interés fueron rebajadas a 0,5%, y la libra perdió valor, lo que supuestamente debería impulsar la demanda de bienes británicos y contribuir a achicar el déficit de la balanza comercial cosa que no sucedió. Se hizo prácticamente todo lo posible por alentar el consumo, pero los resultados han sido nulos. Las ventas minoristas cayeron en enero 1,2% respecto del mes anterior, el doble de lo pronosticado. El número de personas que reciben beneficios por desempleo trepó a 1,64 millones en enero, el nivel más alto desde abril de 1997. La inflación se aceleró a 3,5%. Ante esto, los neoliberales vuelven a la carga con su vieja y mugrienta receta: controlar el déficit recortado los “gastos sociales”, aumentar las tasas para restablecer la “confianza” en la libra y “recompensar” el ahorro, bajar los impuestos para “estimular” la inversión. Estas medicinas las recibió Argentina en dosis toxicas antes de caer en el 2001. Un país no puede salir de una recesión gastando, nos decían y a la recesion Cavallo le aplicaba recetas recesivas. Que para salir de la recesion haya que provocar mas recesion restringiendo el consumo es algo absurdo. ¿Pero porque Keynes no parece ser hoy efectivo?. La desvastacion neoliberal ha sido tan grande, tan formidable, tan profunda que tornó ineficaces las maniobras de reanimacion diseñadas para aplicar a un moribundo, es decir, alguien muy grave pero todavía con vida. Keynes nunca pretendió resucitar muertos.
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