sábado, 20 de enero de 2007

La competitividad tecnológica

¿Cómo explicar que Holanda produce y exporta más flores que cualquier país latinoamericano? Tal como lo señaló Michael Porter, un profesor de Harvard, América Latina debería ser el primer productor mundial de flores: tiene mano de obra barata, un enorme territorio, mucho sol, grandes reservas de agua y una gran variedad de flora. Y, sin embargo, el primer productor mundial de flores es Holanda, uno de los países con menos sol, territorio más pequeño y mano de obra de la más cara del mundo. La explicación es muy sencilla: lo que importa hoy en la industria de las flores es la ingeniería genética, la capacidad de distribución y el marketing.

Otro ejemplo es el de Starbucks, la empresa de locales de café más grande del mundo. Nació en los Estados Unidos en la década del 60, y hoy tiene 6.500 tiendas de café en los EEUU y otros 1.500 locales en 31 países. Según el académico Enríquez Cabot, de cada taza de café, de 3 dólares que se vende en locales norteamericanos, apenas 3 centavos van al productor de café latinoamericano.

Lo que se cotiza en la nueva economía global no es el acto de plantar la semilla ni la tierra donde es sembrada, sino la creación de la semilla en laboratorios genéticos. "Todavía creemos que el petróleo, las minas o las costas marinas son lo más importante. Lo cierto es que, en términos económicos, es más fácil cometer errores cuando eres un país grande y rico en recursos naturales que cuando eres pobre y estás aislado", dice Enríquez Cabot.

Efectivamente, la mayoría de los políticos y académicos latinoamericanos sigue recitando de que sus países tienen el futuro asegurado por ser poseedores de petróleo, gas, agua u otros recursos naturales. Lo que no dicen, quizá porque lo ignoran, es que los precios de las materias primas -incluso tras haber subido considerablemente en los últimos años- se desplomaron en más de un 80% en el siglo XX, y actualmente constituyen un sector minoritario de la economía mundial.

Mientras en 1960, cuando gran parte de los actuales presidentes latinoamericanos se formaron políticamente, las materias primas constituían el 30% del producto bruto mundial, actualmente representan apenas el 4 por ciento. El grueso de la economía mundial está en el sector de servicios (68%) y el sector industrial (29%). Las empresas multinacionales de tecnología como IBM, o Microsoft, tienen ingresos muchísimo más altos que las que producen alimentos u otras materias primas. Mientras que a principios del siglo XX diez de las doce compañías más grandes de los EEUU vendían materias primas (American Cotton Oil, American Steel, American Sugar Refining, Continental Tobacco y U.S. Rubber, entre otras), en la actualidad hay sólo dos en esa categoría: (Exxon y Philip Morris).

Lamentablemente, América Latina sigue viviendo en la economía del pasado. La mayoría de las grandes empresas siguen en el negocio de los productos básicos. Las cuatro mayores de la región -Pemex, PDVSA, Petrobras y Pemex Refinación- son petroleras.

Mi opinión: Una buena parte de Sudamérica centra sus negociaciones comerciales con los EEUU y Europa en exigir mejores condiciones para sus exportaciones agrícolas, algo legítimo y justificado, pero que desvía la atención de los gobiernos de la necesidad de exportar productos de mayor valor agregado.

Brasil y Argentina hacen bien en exigir la eliminación de los subsidios agrícolas, pero concentran sus energías en apenas una de las varias batallas comerciales que deberían librar. Se esfuerzan en ampliar su tajada del 4% de la economía mundial, en lugar de iniciar una cruzada interna para aumentar la competitividad de sus industrias y entrar en la economía del conocimiento del siglo XXI.

Andrés Oppenheimer

Fuente: Diario de Cuyo

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