sábado, 6 de enero de 2007

En la economía del conocimiento, las universidades son el instrumento del desarrollo

En la economía del conocimiento las universidades son el instrumento del desarrollo. Las Universidades son instituciones imprescindibles para el crecimiento de la sociedad, más allá de los contextos específicos de cada nación.

Lejos de verse rebasadas o subordinadas a otros desarrollos que están dentro del proceso de generar y aplicar conocimientos, las universidades deben entender la dinámica mundial y reforzar su compromiso con la investigación científica, porque ahí es donde se producen los saberes.

Quien genera conocimiento empieza a tener ventajas, a adelantarse, porque después se exportan, aplican, patentan, registran y usufructúan, en sí, se recorre toda la cadena que hace que algunos países y, dentro de ellos, algunas instituciones sean las que tengan realmente el mayor control sobre ellos.

Se habla de la economía del conocimiento porque a partir de éste se transfiere y se vuelve sofisticado en sus posibilidades y potencialidades, es decir, pasan a ser el valor agregado en una casi inimaginable gama de bienes y servicios.

Los países que le dan dicho valor a estos rubros son los que dominan la economía mundial y tienen mayores posibilidades de mejorar su productividad y competitividad, además de encontrar las capacidades reales para activar sus mercados internos y producir más y mejores fuentes de trabajo.

Esto es lo que ocurre en el mundo y una de las partes más claras de la interdependencia global en la que estamos inmersos. La forma en que el conocimiento deja de ser algo reservado para ciertos espíritus puros y refinados, como fue en el pasado, y se convierten en un elemento fundamental, es una asignatura absolutamente ineludible para las naciones.

Sin embargo, hay países que se quedan a la zaga de estos conocimientos aplicados, patentados, registrados, exportados y derivados en todas las formas de presentación posibles, pero con un costo creciente, lo cual hace que una parte del mundo no pueda ser siquiera consumidora de estos servicios por carecer de recursos.

El 20 por ciento de la población del orbe controla el 80 por ciento de la economía; y no es casualidad que ese porcentaje se concentra en los países que tienen universidades y centros de generación del conocimiento. Para ello, dedican una parte importante de su Producto Interno Bruto (PIB) a la investigación y al desarrollo.

Estas naciones se dan cuenta con claridad de que en los próximos años el que tenga mayor capacidad para el avance científico y tecnológico es el que tendrá la mayor productividad, competitividad e influencia en la economía mundial.

Y se pueden citar como ejemplos los casos de India, China y la Unión Europea. Esta última se preocupa, reagrupa y hace compromisos para que en 2010 sus países integrantes dediquen hasta el tres por ciento de sus respectivos PIB en este rubro. Sólo así podrán competir con Estados Unidos, Japón y las nuevas economías asiáticas.

Los Estados escandinavos van más allá y son los que puntean el crecimiento. Dedican proporciones masivas de sus recursos públicos a la educación, la investigación y el desarrollo.

La Universidad debe estar bien preparada para responder, desde el punto de vista jurídico, administrativo, técnico, financiero y político, a los procesos complejos como la propiedad intelectual, los derechos de autor, las patentes y las transferencias de tecnología, los cuales tienen una dinámica propia y compleja, que puede avanzar cuando se asume como una nueva cultura dentro y fuera de la institución.

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