Isabel Stratta.
Después de bastante tiempo de ser señalada como la anciana achacosa, la economía de Europa está creciendo y, como repiten muchos analistas, "sorprendiendo". La OCDE, en su último panorama semestral levantó las estimaciones de crecimiento de la eurozona: del 2,2% al 2,6% para el año pasado y del 2,1% al 2,2% para el 2007.
Puede que no suene enorme. Pero, en el mismo informe, el club de los países ricos bajó las expectativas para Estados Unidos: un 3,3% de crecimiento para el 2006 (y no un 3,6%), y un 2,4% para el 2007, bastante lejos del 3,1% que en el primer semestre se esperaba.
El nuevo brío de la economía europea es una de las razones por las cuales el euro ganó valor frente al dólar el año pasado y, según muchos pronósticos, seguirá haciéndolo este año.
Lo que los mercados están tomando en cuenta no es sólo el cambio en las tasas de crecimiento sino, especialmente, cómo puede traducirse eso en políticas monetarias. Se espera que el Banco Central Europeo (BCE) suba este año las tasas de interés de la eurozona como lo estuvo haciendo con regularidad a lo largo del último año, para mantener la vigilancia frente a la inflación.
Respecto de los Estados Unidos, en cambio, las expectativas son inversas: la mayoría de los análisis dan por descontada una o más bajas de la principal tasa de referencia de la Fed, al menos en el segundo semestre, al compás de la desaceleración de la economía. "Nunca, desde el nacimiento del euro en 1999 se dio una situación en la que el BCE y el Banco de Inglaterra estuvieran en medio de un ciclo de aumento de la estrictez monetaria mientras que la Reserva Federal marchaba en una dirección inversa", estimó Ashraf Laidi, un analista de CMC Markets de Londres. Es ese contraste inédito de políticas monetarias lo que explicó los embates contra el dólar en la última fase del 2006, independientemente de que las tasas de Reino Unido y la eurozona todavía estén por debajo de sus similares estadounidenses.
A lo largo del 2006, la moneda norteamericana perdió un 11% de su valor frente al euro y un 14% respecto de la libra. Si mantuvo su valor frente al yen japonés —y aun lo acrecentó levemente— fue no tanto gracias a la fortaleza de la economía estadounidense como a la voluntad del Banco de Japón de mantener el yen bajo para favorecer la competitividad de sus exportaciones, estimó el premio Nobel Paul Samuelson.
Reservas
En octubre, Emiratos Arabes Unidos, la segunda economía del mundo árabe, dio indicios de que, con el tiempo, reduciría sus tenencias de dólares casi a la mitad. El gobernador del banco central dijo que la parte del dólar en su canasta de reservas externas podría descender a un rango del 50-90%. Hoy el 98% de las reservas de 25.000 millones que tiene el país están en dólares, y sólo el 2% está en euros.
Esas declaraciones se sumaron a señales ya dadas por países como Suiza, Rusia y Venezuela, en el sentido de que buscarían reducir la exposición en dólares de sus reservas. Por su parte, Irán, que es el cuarto productor de petroleo del mundo, sugirió la posibilidad de facturar en euros sus despachos de crudo, actualmene cotizados en dólares.
Se trata, sin embargo, de movimientos que todavía son relativamente pequeños en un mercado mundial en el que 2,5 billones de dólares se compran y venden por día. Y aun cuando en el 2006 el fortalecimiento del euro haya actuado como un catalizador de esas tendencias, ningún experto pronostica todavía un baño de sangre para el dólar; sí una mayor tendencia de los bancos centrales a diversifcar, con la misma lógica y por las mismas razones que cualquier inversor privado tiende a hacerlo.
El dinero que más circula
En diciembre, cuando se acercaba a sus cinco años de vida como papel moneda, el euro atravesó un umbral significativo: el valor de sus monedas y billetes que circulan en el mundo superó al de los dólares, según cálculos realizados por el diario Financial Times. El euro le arrebataba así un laurel a la veterana moneda estadounidense.
Según ese cálculo, el circulante en euros (sin contar las reservas guardadas por los bancos centrales) tocó los 787.000 millones de dólares en diciembre, cerca del doble de lo que sumaban las monedas nacionales en el momento de su extinción.
Parte de ese dinero está en el exterior, llevado por turistas en su vuelta a casa, o usado por países ajenos a la Unión Europea que de hecho adoptaron el euro (como Kosovo y Montenegro) o ahorrado por ciudadanos de países que no pertenecen a la UE pero esperan un día sumarse a ese club. Según el Banco Central Europeo, entre el 10 y 20% de los billetes y monedas de euro estan fuera de su zona de origen.
El fenómeno es el de una maduración del euro como moneda, coinciden distintos analistas. Incluso algunos toman como evidencia de esa mayoría de edad el hecho de que la reciente trepada del euro no haya levantado furiosas quejas entre los países europeos que exportan hacia afuera de la eurozona. Salvo en Francia, últimamente se oyeron pocas quejas contra el euro fuerte, aunque los analistas no descartan que el tono podría subir en el caso de que la euromoneda siga subiendo.
Dilemas chinos
En el 2006, cada indicio de que algún país diversificaba sus reservas bastó para achatar el valor del dólar. Pero también es cierto que si el dólar se debilitara, ayudado por expectativas negativas sobre la economía estadounidense o por las ventas de los bancos centrales, EE.UU. no sería el único damnificado. China y otros países tienen una enorme cantidad de bonos en dólares (con la cual de hecho vienen financiando el aumento extraordinario del déficit estadounidense). En octubre, según las últimas cifras del Tesoro, China poseía 345.000 millones de dólares en títulos estadounidenses, más que cualquier otro país excepto Japón.
Si el Banco Central de China abriera la canilla de sus dólares, correría el riesgo de hacer desplomar el valor de sus propios activos. Para fines de octubre, las reservas externas chinas, multiplicadas por dos en dos años, ascendían al billón de dólares.
A su vez, un derrape del dólar conspiraría contra la política de la propia China de mantener el yuan bajo para aumentar la competitividad de sus exportaciones.
El consenso entre los economistas es que, aún vapuleado, el dólar sigue siendo la moneda de preferencia y lo seguirá siendo en un plazo previsible. Es la que más se usa para pagar commodities y para comerciar (hasta Francia y Alemania todavía usan el dólar para un tercio de sus exportaciones). "Es la divisa preferida por los inversores del mundo que ponen su riqueza en acciones y bonos o en depósitos bancarios fuera de sus países. Y todavía representa los dos tercios de las reservas externas oficiales de los estados de todo el mundo", destacó en diciembre el econo mista Robert Samuelson, en un artículo que, sin embargo, se titulaba sugerentemente "Los peligros de un dólar en la cornisa".
Todos hablan de Europa
"Europa fue el éxito silencioso de la economía mundial en el 2006", corearon los diversos balances que se realizaron al finalizar el año. Aluden sobre todo a Alemania, que además de seguir firme en su papel de primer exportador de mundo, está disfrutando de un período de gracia en el que las empresas tienen confianza, los consumidores gastan y el desempleo baja.
El retrato, clásicamente pintado por los medios económicos más influyentes del mundo, de una Europa anciana y achacosa que a duras penas camina detrás de unos ágiles y desregulados Estados Unidos y de una joven e impetuosa Asia, se está modificando. La "sorpresa europea" fue repetidamente elogiada por la revistaThe Economist, que en un número reciente incluso puso en tela de juicio la idea generalizada de que la economía estadounidense es más productiva que la del viejo Mundo.
Pero, más que los vaivenes de un supuesto match Europa vs. EE.UU, es probable que sean los grandes movimientos tectónicos de la economía mundial los que estén ayudando a modificar, estructuralmente, la posición del euro en los intercambios y los atesoramientos. A kilómetros de Europa, el verdadero "gran relato" de esta década y este comienzo de siglo es el ascenso de China a potencia económica mundial (a fines del 2004 se situó cuarta, por encima del Reino Unido). Aún así, la moneda de China no reúne las condiciones para servir de valor de refugio a otros países, una posibilidad que el euro sí puede disputar, aunque sea en bocados muy graduales, al dólar estadounidense.
Pronósticos
El euro empezó el 2006 a 1.19 dólares y lo terminó a 1,31. Su valor al cierre del viernes era de 1,29 dólares, después de un repunte del dólar en la segunda semana de enero propiciado por la caída del precio internacional del petróleo. Los pronósticos sugieren que este año mantendrá o acrecentará en algún grado su valor frente al dólar. En la estimación de economistas del ING Wholesale Banking de Londres, llegaría a 1,38 dólares este año.
Su mayor valor hasta el momento fue el de 1,36 dólares, alcanzado en diciembre del 2004.
Fuente: Clarín
No hay comentarios.:
Publicar un comentario