miércoles, 6 de septiembre de 2006

La I+D desde la universidad

En los últimos años no ha dejado de aumentar la intensidad en conocimiento de las economías más desarrolladas del mundo. A comienzos de la década de los 90 el comercio de productos de alta tecnología, tales como aeronaves, ordenadores, fármacos e instrumentos científicos representaba un 20% del comercio mundial total. En la actualidad ese porcentaje ha subido hasta superar el 25%. En lógica consonancia con estas observaciones, no han dejado de aumentar las inversiones en software, en formación superior y en I+D, esto es, en los elementos que se considera mejor reflejan el esfuerzo que realizan las sociedades en generar conocimiento. Es más, en la mayor parte de los paises desarrollados las inversiones de esa naturaleza han aumentado en mayor proporción que la formación bruta de capital fijo, como ha sucedido en paises caracterizados por realizar elevadas inversiones en conocimiento, como son los Estados Unidos, Australia y el Canadá. El país en el que se ha producido un mayor crecimiento en las inversiones en I+D ha sido los Estados Unidos, y se ha tratado de un crecimiento basado fundamentalmente en el sector de las empresas. Los fondos de origen empresarial destinados a I+D han venido aumentando de forma intensa en los Estados Unidos (en 2001 representaron un 68% del total del gasto), de forma moderada en Japón (un 73% en 2001) y de forma muy ligera en Europa (un 56% en 2001). Es claro, por lo tanto, y es éste un asunto profusamente valorado, que existen grandes diferencias entre unas economías y otras en lo que se refiere al origen de los fondos que se utilizan para sostener las actividades de I+D. Se considera investigación básica el trabajo teórico o experimental realizado con el propósito de adquirir nuevos conocimientos sobre los fundamentos de los fenómenos objeto de estudio. Normalmente se suele considerar que la aplicabilidad de los resultados de esta forma de investigación ocurre largo tiempo después de su realización. Sin embargo, hoy hay razones para pensar que esta noción se ajusta cada vez menos a la realidad. Sin ir más lejos, cabe atribuir a la investigación realizada en el marco del Proyecto Genoma Humano las características propias de la investigación básica y sin embargo se cree que no se demorarán en exceso un buen número de aplicaciones industriales derivadas de su conocimiento. Puede resultar de gran interés el analizar el comportamiento de unos países y otros en lo relativo al apoyo que prestan a la investigación básica. De entre los países que realizan un mayor esfuerzo para apoyar a la I+D, Suiza destina un 30% de los recursos gastados con ese propósito en apoyar la investigación básica, y en Estados Unidos ese porcentaje ha venido elevándose desde un 17% en 1991 hasta alcanzar un 21% en 2001. Son estos dos países los que destinan un mayor porcentaje de su PIB a apoyar esta modalidad de investigación, un 0’59% en los Estados Unidos y un 0’74% en Suiza. A la vista de estos datos, a nadie debiera extrañar el hecho de que Suiza y Estados Unidos sean países líderes en producción científica. Sin embargo, lo más llamativo del esfuerzo que realizan estos países en apoyar la investigación básica es la gran y creciente importancia que tienen las empresas como agentes de esta forma de investigación. Así, en Suiza al sector empresas corresponde una ejecución del gasto en investigación básica equivalente a un 0’21% del PIB (1999), y en los Estados Unidos ese porcentaje es de un 0’20% (2001), valor que ha venido creciendo desde un 0’08% en 1995. Tanto en uno como en otro caso a la investigación básica realizada en las universidades corresponde un porcentaje de gasto superior, aunque en los Estados Unidos la ejecución del gasto en investigación básica universitaria representó un 0’28% del PIB. Cabe finalmente señalar que en Corea y en Japón son tan importantes las empresas como las propias universidades como agentes de investigación básica, algo que nos puede resultar sorprendente, pero que tiene mucho que ver con el hecho de que a esos países correspondan los porcentajes de ejecución de gasto I+D en el sector de empresas más altos del mundo. En Argentina si a la investigación que se realiza no se le encuentra cierta utilidad inmediata, sencillamente la consideramos inútil y, por ello, inmerecedora de que se le dedique demasiado esfuerzo. Pero eso es un error, grave además. La ciencia básica es muy útil. El crear conocimiento siempre es útil, porque siempre tiene efectos positivos. La ciencia básica es, en cualquier caso, el germen del que surgirán las grandes ideas del futuro, los nuevos desarrollos, los nuevos productos. De ninguna línea de investigación básica podrá nunca asegurarse que será la llave del crecimiento económico y del desarrollo del futuro. Pero lo que sí puede asegurarse es que sin investigación básica no habrá crecimiento económico en el futuro o éste será limitado e inferior al de los países donde sí se desarrolla ese tipo de investigación. Hay muchas evidencias de que eso es así. La política seguida por los países escandinavos durante la última década del pasado siglo es bastante reveladora al respecto. La causa del declive económico que sufrió el Japón desde comienzos de la pasada década, obedece a que privilegió la ciencia aplicada con fines puramente industriales y permitió el retraso en la ciencia básica y la formación de investigadores. En cuanto Japón se dio cuenta de eso, revirtió la situación y se ve como, actualmente, llegan noticias de que Japón esta saliendo de su prolongada recesión. (Los televisores de plasma tienen algo que ver con eso). La experiencia de Japón demuestra que querer saltearse la investigación básica es un error. De la investigación básica surgen las novedades y recién de la investigación aplicada de esas novedades surge la producción industrial competitiva.

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