jueves, 7 de septiembre de 2006

Conocimiento y productividad

El conocimiento ha pasado a convertirse en la materia prima fundamental de los procesos productivos contemporáneos. Existe, de hecho, una nueva brecha tecnológica en la globalización que divide las economías según su capacidad para la generación del conocimiento. Sólo el 20% de la población de la edad correspondiente accede a la Universidad en Latinoamerica, mientras que en los países desarrollados esta proporción alcanza, en promedio, el 50%. El porcentaje de PIB dedicado a I+D en América Latina es de poco más del 0,5%. En la Unión Europea, en cambio, el porcentaje alcanza el 1,9% del PIB (y se ha fijado como meta global alcanzar el 3%), en Estados Unidos alcanza el 2,7% y el 3% en Japón. En Latinoamérica, dos terceras partes del presupuesto de I+D procede de fondos públicos, mientras que en los países desarrollados pertenece en mayor medida a la empresa privada. Los exiguos recursos disponibles coexisten con un insuficiente número de científicos e investigadores dedicados a tiempo completo: apenas 126.000 en toda la región. Esto equivale a la cuarta parte de los profesionales dedicados a la ciencia y la investigación en Europa Occidental. En lo que atañe a las políticas de ciencia, tecnología e innovación, hay una evidente dificultad administrativa de acercamiento del sector público a las empresas y viceversa, esto podrá ser superado solo cuando los gobiernos empiecen a interesarse por la productividad y los empresarios por la competitividad. Por otra parte, nuestras universidades todavía están sujetas a la idea de un “modelo lineal de desarrollo” según el cual, primero hay que invertir en ciencia y luego ella derramará sus beneficios, los que se convertirán automáticamente en innovación. Sin abandonar el ejercicio de la ciencia, es necesario fomentar, por un lado, el apoyo público a la ciencia y tecnología, haciendo ver la importancia de éstas para el desarrollo económico y social. Por el otro, parece decisivo trabajar en el desarrollo y consolidación de sistemas nacionales de innovación que logren transferir el conocimiento logrado por la ciencia básica al sector productivo a través de la utilización tecnológica de ese conocimiento. Es necesario comprender que la ciencia no se convierte automaticamente en innovación. Las novedades cientificas, producto de la investigacion basica, tienen que ser transferidas con un proceso activo al sector empresario.

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