sábado, 19 de agosto de 2006

Explicaciones económicas de conflictos argentinos 2

Para un país que siempre exportó trigo, maíz o carne, el desaliento a las exportaciones a través de peores precios (vía retenciones, por ejemplo) torna más accesible la canasta básica de consumo, desde el pan a la polenta. Este fue un descubrimiento práctico del peronismo del que todavía saca rédito y que dio larga vida a políticas anti-exportadoras. No habría sido así si la ventaja comparativa de la Argentina hubiese consistido en un recurso poco importante para la canasta de consumo, como son los minerales. Aquí cerrar la economía hace subir los salarios y abarata la vida. Por eso el proteccionismo fue extremadamente popular. La reforma fiscal y de apertura económica anunciadas por los militares aparecen, retrospectivamente, como reacciones naturales a la coyuntura de mediados de los ‘70. Pero esas intenciones fracasaron en la práctica. Ajuste fiscal y apertura eran en lo inmediato una combinación extremadamente impopular. La sorpresiva disponibilidad de abundante financiamiento privado desde el exterior ofrecía una salida más tolerable para la sociedad. Podía abrirse la economía y acomodarse a la nueva situación de manera indolora. Apreciación cambiaria y endeudamiento podían suavizar el efecto regresivo de la apertura. Esta encarecía los alimentos, pero la vigencia de salarios altos en dólares atenuaba esa suba, mientras clases más acomodadas podían disfrutar de una abundancia de artículos importados. Aunque algo aumentaron las exportaciones, mucho más creció el endeudamiento. Entonces la deuda impagable, la alta inflación y la persistente depreciación de la moneda fueron protagonistas centrales de la economía. El crecimiento económico no sólo era nulo sino que ni siquiera aparecía como un tema central. La híper preparó la escena para el conjunto de reformas que a comienzos de los ‘90 lograron eliminar la inflación y expandir las exportaciones a razón de 10 por ciento real por año entre 1991 y 1998. La sociedad decidía sacrificar algo de equidad en nombre del crecimiento, abrazando para ello la apertura, pero a través del retraso cambiario que aseguraba salarios altos en dólares. Sin embargo, el tipo de cambio contribuiría a frustrar el deseo de crecimiento mientras el elevado nivel en dólares de los salarios limitaba el empleo.

1 comentario:

Ulschmidt dijo...

Buenas reflexiones. Téngase en cuenta que la insistencia en aquel mecanismo - castigar exportaciones para abaratar canasta interna - va llegando a su agotamiento. Argentina consume el 80% de la carne que produce - ya no es el gran exportador mundial del rubro -, idem con los lácteos, algo de trigo, etc.... Es decir: la producción se fue adaptando a esta limitación que se le pone, se fue ajustando al tamaño del mercado interno porque generar mucho saldo exportable es exponerse a que te castiguen como acaban de hacerlo. No en balde el principal rubro actual del agro es la soja, ausente total de la dieta nacional. Aunque por cierto se descubren los beneficios de usarla para recaudar masivamente vía retenciones ( y siguiendo con el mecanismo represivo, para que vuelva a reasignarse tierra a producir carne, leche, pan debería castigarse aún más la soja; así no falta alimento local )
No fue una gran idea. Pero sigue muy vigente, es verdad.

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