sábado, 19 de agosto de 2006

Explicaciones económicas de conflictos argentinos 1

En 1810, en todo el territorio argentino vivían unas 500 mil almas: un auténtico desierto. Esta era una gran fuerza equitativa, tanto que los pordioseros mendigaban a caballo. Había una tan elevada dotación de recursos naturales por habitante que éstos eran más valiosos que aquellos. Aún en 1896 había apenas 4 habitantes por kilómetro cuadrado de tierra fértil, muchos menos que en cualquier otro lugar del mundo. Como consecuencia de ello, la Argentina fue, hasta tiempos muy recientes, una nación de altos salarios, superiores incluso en algunos años a los de Gran Bretaña. La Argentina fue (y se comprende por qué) el país con la proporción de inmigrantes más alta del mundo, y entre 1880 y 1910 el ingreso de inmigrantes, en proporción a la población existente, triplicó al de Estados Unidos. La Argentina estuvo siempre muy bien preparada para producir alimentos por arbitrio de la demografía y de la naturaleza. Pero ésa fue al mismo tiempo su gran desventaja comparativa para la producción industrial, que requería precisamente los factores menos abundantes: trabajo y capital. Una parte no desdeñable del crecimiento fabril anterior a la crisis de 1930 se debió a tempranas barreras proteccionistas (ya en 1885 fueron incrementados los aranceles aduaneros de diversos artículos). La industria argentina se veía limitada por otros dos factores “genéticos”: un mercado insuficiente para producir a gran escala por falta de población, y el hecho de que entre los recursos naturales abundantes no se hallaban los insumos arquetípicos de la industria, como el carbón y el hierro. Frente a tanta adversidad, no podría la industria prosperar sólidamente sin ayuda del Estado o de acontecimientos externos que obligaran al país a producir por sí mismo casi todo aquello que consumiera. Hay otros motivos que desalentaban la producción manufacturera. En primer lugar, la producción industrial es más intensiva en mano de obra que la agrícola, y más aún que la ganadera, y como ya sabemos la mano de obra no abundaba en la despoblada Argentina. Un aumento en la demanda de trabajo por un proceso de industrialización elevaba fuertemente los salarios por escasez mano de obra. El factor productivo escaso (el trabajo) se beneficia con la protección. En cambio con el libre comercio el país se especializa en aquellos productos que usen el factor abundante (la tierra) y no demanda el factor escaso: la fuerza de trabajo. Por algo la oligarquía terrateniente argentina fue favorable al libre comercio.

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