lunes, 28 de agosto de 2006

El sistema americano

Alexander Hamilton en su ‘Reporte sobre las manufactures’ de 1791 daba cuenta del conocimiento de las enseñanzas de Adam Smith sobre el libre comercio pero al mismo tiempo, y basado en la experiencia inglesa, explayaba en trazos gruesos su propia perspectiva del asunto: debía ser llevada adelante una política de industrialización de las materias primas. Hamiton fue mucho más influenciado por el mercantilista Malachy Posthletwayt que por el autor escocés. Esto se observaba en su tendencia recurrente al establecimiento de un sistema de tarifas protectoras de la industria local, el cual recién en 1819 sería establecido firmemente en los Estados Unidos. Estas "tarifas educadoras" llevarían al desarrollo de la incipiente industria metalúrgica norteamericana. Hacia esa época esta política de protección de la industria sería tomada por otro economista americano, Daniel Raymond. En su punto de vista lo que debía erigirse era un sistema en donde el incentivo hacia el desarrollo de una ‘capacidad productiva’ de la nación jugaba un papel central. Bajo esta concepción el sistema de tarifas debería actuar permanentemente a fin de aislar de una competencia ruinosa a la naciente industria local. Unos pocos años más tarde Alemania bajo la influencia de las ideas de List adoptaba un concepto similar de protección de manufacturas como base para el despegue económico. Raymond argüía que las diferentes actividades económicas brindaban al sistema económico diferentes grados de competitividad. Así, no todas brindaban a la economía la misma ganancia. Raymond suponía, dentro de la línea de pensamiento naturalista de Adam Smith, que distintas ‘leyes naturales’ interactuaban dentro de cada sector económico. Es de este modo que se explica que la competencia casi perfecta explicaba bien el comportamiento de los mercados agrícolas pero fallaba en la explicación de los mercados industriales. Asimismo el autor norteamericano observa que es a través de sus manufacturas que Inglaterra había desarrollado su fuerte presencia económica en el mundo y no a través de su comparativamente pobre sector agrícola. Otro concepto interesante en la obra de Raymond es el de que las ganancias potenciales del proteccionismo compensaría las pérdidas de bienestar del consumidor por el aumento del precio final al añadírsele la tarifa. Es decir, que el aumento del salario por trabajar en una industria protegida sería mayor que la pérdida provocada por comprar bienes manufacturados más caros. Durante el Siglo XIX las políticas de tarifas tanto en Europa como en los Estados Unidos fueron fluctuantes, con recurrentes endurecimientos y políticas de apertura, porque lo que se buscaba era hacer presión sobre el sector manufacturero para incrementar el cambio técnico y la calidad de sus productos. De este modo se lograba no adormecer en los laureles de sus rentas al sector industrial autóctono e implementar de ese modo incentivos selectivos a fin de dinamizar un sector tan vital para el desarrollo de una economía. Esta protección debía ser, según lo expuso List , de carácter temporario. La idea era en su momento alcanzar el desarrollo industrial inglés para luego superarlo. La estrategia consistía en cerrar la economía para crecer hasta capturar un porcentaje importante del comercio mundial, a partir del cual proclamar el libre comercio.

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