sábado, 20 de mayo de 2006

Parar a China a cualquier precio

El extraordinario crecimiento chino se ha acelerado a un ritmo del 10% anual en el último trienio. Su economía es la cuarta a nivel mundial y cada vez tiene más peso a través del comercio y de sus excedentes financieros. Las potencias industriales quieren frenar este crecimiento a toda costa. Por eso presionan para que China revalúe la yuan o cambie su estrategia económica. Quieren que China aumente su consumo interno reduciendo el ahorro preventivo. La estrategia de crecimiento china es liderada por la inversión y las exportaciones. Quieren que China consuma y deje de ahorrar. Porque China tiene un problema poco común: tiene un nivel de ahorro excesivo. Los chinos ahorran excesivamente porque no tienen un sistema de seguridad social que los proteja de la enfermedad y la vejez y porque tienen un acceso limitado a los seguros y al crédito bancario. China necesitaría un Estado Benefactor (gastando más en Educación, Salud y Previsión Social). La idea es que si los chinos no tuvieran que prever por su salud y su vejez y tuvieran un fácil acceso al crédito, se preocuparían menos por sus contingencias futuras y consumirían más. China consumiendo mas exportaría menos y se atenuaría la destrucción que esta haciendo de las industrias de los países tradicionalmente ricos. Pero, ¿cómo es posible considerar como problema ahorrar mucho, cuando ello permite invertir y crecer mucho y sacar de la pobreza a cientos de millones de personas?. ¿No es un contrasentido hablar de estrategia de crecimiento basada en un mayor consumo?. Producida la crisis de 1930, la devaluación fue la respuesta natural de los países que veían caer sus exportaciones, tenían que evitar la quiebra generalizada de la actividad económica y ajustar el consumo a las disminuidas posibilidades externas. Pero los países que devaluaron fueron acusados de "exportar recesión" con el argumento que, con una demanda mundial escasa, le robaban mercados y exportaban recesión a los países centrales. A partir de esta experiencia histórica, el objetivo de la creación del FMI en 1944 fue evitar que en tiempos de crisis se reiteraran las devaluaciones competitivas que perjudicaban a los demás países. Una función central que se le asignó al FMI fue otorgar préstamos a los países en dificultades financieras transitorias para evitar que recurrieran a devaluaciones y medidas proteccionistas que aumentaran su producción y bajaran su consumo (en definitiva, que aumentaran su ahorro). Hoy China es acusada de manipular un tipo de cambio ultra competitivo para exportar agresivamente y acumular enormes reservas. Pero ya no puede ser acusada de exportar recesión. Esta idea tuvo cierta validez en el mundo posterior a la crisis de 1930, cuando los mercados financieros centrales paralizados por sus corridas bancarias y donde consecuentemente ahorrar significaba atesorar billetes que no retornaban demanda al circuito económico. Pero en las actuales circunstancias, los países superavitarios como China vuelcan sus ahorros al mercado financiero mundial, permiten aumentar el crédito y bajan las tasas de interés en todo el mundo. En circunstancias normales, más ahorro significa más inversión y más crecimiento global. La economía mundial se encuentra en un período excepcional de crecimiento gracias a los países que ahorran mucho, no gracias a los que consumen mucho. La explicación proteccionista Desde el año pasado existe un proyecto de ley en el Congreso americano para establecer un arancel uniforme del 27.5% a todas las importaciones chinas si China no revalúa significativamente su moneda. El hecho es que las industrias más afectadas por el aluvión chino tienen poder de lobby y están detrás de esta medida. Pero son muchos los sectores que también se benefician pudiendo exportarle a China e invirtiendo en ese país. Los ahorros chinos contribuyen por otro lado a bajar la tasa de interés y mantener el auge mundial de la construcción. China es una locomotora que contribuye a un crecimiento económico mundial con muy pocos antecedentes históricos. También es cierto que una medida unilateral contra las importaciones chinas estaría en contra de las reglas de la Organización Mundial del Comercio. Por eso prefieren que China revalúe abruptamente su moneda, como se logró que Japón hiciera en 1986. Cosa que fue el punto final del milagro japonés. Ahora quieren los países ricos de occidente que China también se haga un harakiri económico, que se suicida por la continuidad del alto bienestar de los privilegiados tradicionales. El crecimiento económico ha permitido un crecimiento espectacular de la recaudación impositiva en China, que ha pasado en sólo seis años del 12% al 20% del PBI. Por otro lado la excepcional tasa de ahorro china (¡que ya llega al 50% del PBI!) produce un enorme crecimiento en los depósitos de la banca estatal, que puede así sostener con crédito barato al sistema de empresas públicas. El viejo sistema estatal se sigue fortaleciendo con el crecimiento privado.

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