jueves, 9 de febrero de 2006
Gaste ahora... sufra después
El negocio de un banco es tomar dinero a bajo interés de sus depositantes y colocarlo al mayor interés posible entre quienes lo necesiten. La diferencia entre lo que pagan a sus clientes (tasa pasiva) y lo que cobran a los que lo piden prestado (tasa activa) es la ganancia que queda en las arcas de las instituciones (y sus directivos), nada exigua por cierto. Durante décadas nuestros gobernantes hicieron lo siguiente: tomaron dinero prestado, pero para derrocharlo no para destinarlo a las industrias necesarias para potenciar el despegue del país. Perón, en su momento, desperdició esa oportunidad al desechar la posibilidad de crear las industrias de base (que no dan réditos inmediatos) privilegiando la industria liviana, transformada en artículos domésticos de consumo cotidiano. En esa época, después de la guerra, había dinero suficiente para construir acerías, plantas de aluminio, papeleras, petroquímicas y otras estructuras pesadas que hubieran puesto a la Argentina en la carrera mundial de la producción de bienes de capital en momentos en que el mundo estaba tambaleando tras la devastadora contienda. Tal vez podría haber corregido su error haciendo orientar esa industria liviana hacia la exportación. Pero no lo hizo, al contrario, trabó las exportaciones por temor a desabastecer el mercado interno. Y desde entonces hasta ahora, siempre venimos recorriendo el camino más simple. Si se gasta más, se aumentan los impuestos. Si aún así, la plata falta, se pide prestado. Entonces la bola de nieve termina por aplastarnos. El congreso nicaragüense el año pasado rechazó un crédito de 7 millones de dólares ofrecido por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que iba a estar destinado a financiar un "programa de consultorías" en la presidencia de ese país. Los congresales, en un acto de notable madurez política, dijeron que era insensato endeudarse más pagando costosas sumas (a crédito desde luego) a "expertos" que les dijeran dónde estaban parados. Así son este tipo de créditos. Sirven para que otros ganen a costa del esfuerzo de los estúpidos. Muchas cosas no hubieran pasado en nuestro país si, como los nicaragüenses, hubiéramos pedido lo indispensable para nuestro desarrollo industrial y no para malgastarlo.
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