lunes, 2 de enero de 2006

China y las materias primas

Los chinos están intentando convertir su voraz apetito por materias primas en una ventaja utilizando su papel de consumidor gigante para lograr mejores precios de los proveedores. En el centro de esta naciente estrategia de largo plazo está el plan de China de convertir sus jóvenes mercados de futuros en líderes a la hora de definir los precios globales de una amplia gama de materias primas, desde el petróleo a los metales y el algodón. En el corto plazo, China espera reestructurar su sistema de adquisiciones para coordinar mejor las compras que realiza en los mercados globales. La gran dependencia de materias primas importadas es un fuerte incentivo para que China intente bajar los precios. China importa casi un 30% del petróleo que consume, 45% del mineral de hierro y 44% de otros 10 metales no ferrosos. Pero el enfoque de China muestra que, a medida que se integra en la economía global, el país insiste en hacer las cosas a su manera, CEDIENDO SÓLO PARCIALMENTE A LAS FUERZAS DE MERCADO. En Occidente, los economistas ven los mercados de futuros como una herramienta que permite a compradores y vendedores protegerse contra las oscilaciones de precios. Las autoridades chinas ven las cosas de otra manera, es decir, ven en esos mercados un lugar para controlar los precios. China cree que como es un gran comprador, una comprador mayorista digamos, tiene derecho a ajustar los precios de los bienes básicos en general. Esto ya es un abuso, no solo quieren fabricarlo todo, sino tambien ponerle precio (el mas bajo posible obviamente) a las materias primas. Un botón de muestra: China es el principal comprador de cobre del mundo, consumiendo un 20% del suministro mundial. Pero los precios globales del cobre no se establecen en China, sino en la Bolsa de Metales de Londres. Ahí, los operadores han triplicado los precios del metal en cuatro años, en parte con base en las previsiones de la demanda china. Las autoridades chinas no están convencidas del argumento de los proveedores de que su demanda sin precedente por bienes básicos justifica precios sin precedente. Acatar los dictados del libre mercado no está en estilo chino. Hace poco un operador chino de cobre realizó ventas masivas en el mercado londinense causando grandes perdidas a los especuladores. Hay quien ve en esto una señal de que Pekín creía que los precios estaban demasiado altos. Pero los chinos quieren cortar por lo sano. Quieren para satisfacer sus necesidades de materias primas construir sus PROPIOS MERCADOS DE FUTUROS. Esas bolsas mercantiles, en Shanghai, Dalian y en Zhengzhou, se consideran los exponentes más modernos del sistema financiero chino. En años recientes han sido reestructuradas para centrarse en los bienes que el país utiliza en grandes cantidades: cobre, aluminio, petróleo, caucho, soja, trigo, maíz y algodón. El objetivo es que esos mercados sean una fuerza determinante en fijar globalmente los precios. La nueva estrategia china se estableció tras una crisis con el algodón. En 2004, la empresa China National Cotton Reserve Corp. registró una pérdida de US$72 millones luego de que operadores de la New York Board of Trade presionaran en cuestión de semanas por un alza de 40% en los precios futuros del algodón. Esas cosas no se le hacen a los chinos. La respuesta fue que las autoridades chinas autorizaron la creación de un mercado interno de futuros de algodón. En junio de 2004 la bolsa de Zengzhou inició las transacciones de futuros de algodón y hoy el volumen transado a veces SUPERA AL DE NUEVA YORK. Este mercado chino es hoy una alternativa para determinar precios, rivalizando con el New York Board of Trade, el líder en el mercado de algodón. China ya está exigiendo que los importadores estatales especifiquen en sus contratos de compra de largo plazo que los precios deben reflejar los definidos por las bolsas chinas.

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