sábado, 14 de enero de 2006

Crecimiento e inflación

Si tal como propone la ortodoxia neoliberal la meta excluyente fuera la estabilidad de precios debería disminuirse la demanda restringiendo el crédito y aumentando la tasa de interés; y, además, sobrevaluar el tipo de cambio, por ejemplo a dos pesos por dólar, para inducir una avalancha de importaciones que presione los precios a la baja. Pero, en tal caso, se estarían sacrificando los objetivos de aumentar la producción y el empleo, fortalecer la competitividad internacional de la producción argentina y mejorar la equidad en la distribución del ingreso. Más aun, se debilitaría la gobernabilidad de la economía porque bajaría la recaudación tributaria, generaría un déficit en el comercio internacional, promovería la fuga de capitales, y sometería el tipo de cambio a un creciente ataque especulativo por el deterioro de la confianza. Así, volveríamos, otra vez, al caos que culminó en 2001 y principios de 2002. El alza de precios del año pasado y que seguirá en éste no tiene nada que ver con los desbordes que castigaron a la sociedad en décadas pasadas. Los que no entienden que se enfrentan a un proceso diferente al de inflaciones anteriores recomiendan recetas equivocadas. Los molestos índices de precios que descansan en un piso del 1 por ciento mensual no tienen su origen en una emisión monetaria desbocada, ni en desequilibrios de las cuentas públicas, ni en aumentos desproporcionados de salarios. Buscar aquí la causa de la actual inflacion revela un sorprendente desconocimiento de las raíces de la actual dinámica de la economía argentina. La explicación más lineal de la presente inflación es que el crecimiento de la economía es muy fuerte. Aumento del Producto que está impulsado por el alza del consumo privado, público, la inversión y la demanda externa. Todos esos motores están empujando con intensidad el carro de la economía. En cada uno de los tres años siguientes de la salida de la convertibilidad, hubo un motor que traccionaba. Primero, las exportaciones; luego, se sumó la recuperación de la industria y el consumo; y después, se adicionó la inversión pública y privada. Y en 2005 todos funcionaron a pleno. Para este año que comienza se agregarán los servicios, que ya muestran síntomas de fuerte recuperación y empezarán a funcionar como otro motor potente del crecimiento. Los neoliberales pontifican sus monocordes consejos: hay que frenar la economía, dicen con solemnidad. Pero menor crecimiento implica detener la recuperación del empleo en una sociedad que registra elevados niveles de pobreza, indigencia y desocupación. Los neoliberales de siempre proponen su consabido ajuste fiscal para reducir el desbocado gasto público con el fin elevar aún más el superávit, también subir la tasa de interés para desalentar el consumo y aplicar una estrategia de restricción monetaria reduciendo la intervención del Banco Central en el mercado cambiario dejando así caer el dólar. Para ellos, el modelo en la región es Brasil. Esa receta, en verdad, tiene éxito: LA INFLACIÓN SE MANTIENE BAJO CONTROL, PERO LA ECONOMÍA NO CRECE. ¿Cómo enfrento Chile la cuestión inflacionaria?. El país trasandino se desarrolló con tasas de inflación altas en un promedio anual de casi el 20 por ciento en el período 1980-1990. Y de hecho la inflación no bajó de los dos dígitos al crecimiento de la economía, sino hasta el año 1995. Pero en este detalle, los “neo” no dicen ni una palabra.

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