miércoles, 7 de diciembre de 2005

¿Puede un cristiano ser un neoliberal?

Friedmann lo único que hizo fue actualiza el capitalismo salvaje de fines del siglo XVIII y sobre todo del XIX. Esta actualización del liberalismo es un desarrollo secularizado de la teología del reformador francés Juan Calvino. Es decir, de una doctrina religiosa cristiana de carácter ultrateocéntrico. Específicamente lo que hoy se denomina “Economía” fue la labor del moralista presbiteriano escocés Adam Smith. Este, como parte de la tradición del calvinismo británico, describió cómo su todopoderoso dios establecía el devenir de las sociedades y luego lo realizaba él mismo mediante su providencia. El autor explicó mediante su famoso concepto de mano invisible esa acción divina que buscaba llevar a cabo su designio utilitario de procreación y multiplicación. Sobre esos fundamentos teológicos, que necesitaban de una actividad comercial autónoma para no entorpecer la acción providencial, se levantó todo un andamiaje técnico: la economía liberal. Sobretodo debía estar libre de coerción externa el aspecto que desde la teoría es el más importante: los derechos económicos. Su relevancia radica en que son el medio para cumplir la voluntad divina de procreación y multiplicación. Parte de ese designio es el predestinar desde la eternidad a una mayoría para la condenación y a una minoría para la salvación eterna. A pesar que Dios habría decretado la obligación universal de procrear y multiplicarse, se podría decir que prefirió que sus elegidos obtengan los mejores medios para hacerlo en mejores condiciones. LA RIQUEZA DE ESOS POCOS ES SIGNO DE LA ELECCIÓN DIVINA, la cual reparte los bienes de este mundo de manera desigual por su insondable justicia. De ahí que las diferencias socioeconómicas entre capitalistas y trabajadores no puedan ser alteradas sin atentar contra el orden de Dios. Hay que comprender entonces que el neoliberalismo se origino y fue desarrollado con principios profanos derivados de dogmas religiosos los cuales explicaban cómo la divinidad gobierna lo comercial y dispone la autonomía de dicho ámbito para mantener su voluntad de una desigual condición material. El neoliberalismo propone la ganancia de dinero como fin de lo individual y social. Al dársele una relevancia absoluta a lo comercial en su sentido lucrativo, todo el resto de las actividades sociales e individuales quedan en segundo plano y en función suya. De esa manera, se tiene que el lucro se convierte en la meta suprema de la vida humana. Cuando Smith planteó que las personas por naturaleza buscan su ganancia para dar cumplimiento al designio divino, dejó limpio el camino para que ese objetivo fuera situado como fin absoluto. Y así se llega a esta aberración: lo mas cristiano es rendir culto al dinero. Absurdo. En el medioevo, los neoliberales hubieran acabado en manos de la Santa Inquisición y quemados en la hoguera sin mas tramite. Luego, para empeorar las opciones que el neoliberalismo eliminó la noción de prójimo y la hermandad del género humano con sus obligaciones recíprocas. Ya no hay más que competidores, productores, oferentes o demandantes; quienes no tienen porqué tomar en cuenta o preocuparse por otros aspectos de las demás personas o de sus comunidades fuera del monetario. En un insólito giro ético, se reemplazó al bien como meta y motor de la conducta por el mal: el egoísmo. Este, si no es intervenido logrará autónoma y automáticamente la riqueza, que el neoliberalismo considera como el bien y la felicidad. Al comprender entonces que el neoliberalismo ha terminado dejando de lado a Dios para reemplazarlo por las riquezas materiales, eliminando la hermandad universal, reemplazando el vicio con la virtud al proponer al mal como conducta deseada, ¿podría acaso un cristiano ser neoliberal?. Me temo que no.

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