miércoles, 5 de octubre de 2005

El experimento neoliberal es un fracaso

La doctrina conocida como el Consenso de Washington fue el credo de los apóstoles de la globalización. Fue una expresión de la creencia de que los mercados son eficientes; de que los Estados no son necesarios; de que los pobres y los ricos no tienen intereses conflictivos; de que las cosas salen bien cuando nadie se entromete en ellas. Afirmaba que la privatización, la desregulación y los mercados de capital abiertos fomentan el desarrollo económico, que los gobiernos no deberían hacer gran cosa además de equilibrar sus presupuestos y luchar contra la inflación. Actualmente, esta creencia ha demostrado ser totalmente infundada. Esto es evidente para todo el mundo, pero no todo el mundo está dispuesto a reconocerlo, el menos en publico ¿Por qué? . Porque dado que las malas políticas provocaron el fracaso de las mismas, aquellos que están comprometidos con ellas desarrollaron un mecanismo de defensa. CONSIDERARON CADA CASO INOPORTUNO COMO UNA DESAFORTUNADA EXCEPCIÓN. México fue una excepción. Y luego apareció la excepción de Rusia. Se nos dice que en este país la criminalidad brotó del cadáver del comunismo soviético y fue más fuerte que las eficiencias y los incentivos de los mercados libres. No obstante, cuando las excepciones superan los ejemplos, debe haber un problema con las reglas. ¿EN DÓNDE ESTÁN LAS HISTORIAS QUE REFLEJAN EL ÉXITO DE LA LIBERALIZACIÓN, DE LA PRIVATIZACIÓN, DE LA DESREGULACIÓN, DEL DINERO SÓLIDO Y DE LOS PRESUPUESTOS EQUILIBRADOS? ¿En dónde están los mercados emergentes que han surgido, los países en desarrollo que se han desarrollado, las economías de transición que realmente han finalizado una transición exitosa y feliz? Miren más de cerca. Observen con atención. NO EXISTEN. En cada una de las supuestas excepciones -Rusia, México, Argentina y Brasil- se han liberalizado, privatizado y desregulado los programas de desarrollo dirigidos por el Estado. Entonces, las entradas de capital provocan la sobrevaloración de la moneda, haciendo que las importaciones sean baratas pero que las exportaciones no sean competitivas. Cuando las primeras promesas de "transformación" resultaron ser poco realistas se agrió el ánimo de los inversionistas. Se inició una huida hacia la calidad, que suele ocurrir después de que se hacen los movimientos para elevar las tasas de interés en los países de "calidad" -sobre todo en Estados Unidos en 1994 y a principios de 1997-. Un movimiento muy pequeño en las tasas de interés de Estados Unidos, el cual tuvo lugar en marzo de 1997, precipitó las salidas de capital en Asia que provocaron la crisis en Tailandia. El caso de Rusia es especialmente triste y dramático. En Rusia, la privatización y la desregulación no crearon mercados eficientes y competitivos sino grandes y perniciosos monopolistas privados, los oligarcas y los mafiosos, quienes controlan los emporios industriales rivales y los medios de comunicación. Y estos emporios patrocinaron sus propios bancos, que no lo eran en absoluto, sino más bien simples fondos de especulación, que no cumplían ninguna de las funciones esenciales de las bancas comerciales. Mientras tanto, el Estado siguió una política rígida de limitar el gasto, de modo que no se pagaron ni siquiera los salarios y las deudas de pensiones debidamente contraídas. El sector privado se quedó literalmente sin dinero. El sistema de pagos dejó de funcionar; se volvió imposible recaudar impuestos pues no había nada que gravar. El Estado se financió a sí mismo a través de un esquema piramidal de deudas a corto plazo, el cual se derrumbó como deben hacerlo las pirámides en de 1998. Este fue el fin del radicalismo del libre mercado en Rusia. Sin embargo, el Consenso de Washington insiste en que Rusia debe "mantener su curso" en la "reforma económica". ¿Existen alternativas? Sí. Durante los últimos 50 años, los exitosos y prolongados periodos de fuerte desarrollo global han ocurrido en países con estados fuertes, estructuras económicas mixtas y mercados de capital poco desarrollados. Este fue el caso de Europa y Japón después de la Segunda Guerra Mundial, de Corea y Taiwan en la década de los 80 y los 90, de China después de 1979. Estos casos, y no los ejemplos liberales del libre mercado (como Argentina después de 1975 o México después de 1986 o Filipinas o Bolivia) son las historias que reflejan el éxito del desarrollo económico global en nuestra era. Por ejemplo, Corea se embarcó en un programa de fomento a la industria pesada y química que hizo énfasis en las tecnologías de doble uso; por ejemplo, el primer producto importante de Hyundai Heavy Industries se creó a partir del tanque M-60. La política coreana de industrialización no fue eficiente en ningún sentido estadístico. NINGÚN MERCADO HABRÍA ELEGIDO ESTA LÍNEA DE ACCIÓN. Los principales actores en la economía coreana (el Estado, los bancos, los conglomerados de empresas) se unieron para perseguir sus fines. Y la búsqueda inicial de los mercados no fue en absoluto exitosa. No hubo una gran demanda para esos tanques, así que Hyundai decidió tratar de fabricar autos para pasajeros. Cosa que hace con éxito Hyundai hasta la actualidad. No obstante, cuando uno examina el balance general del modelo coreano, ¿puede alguien seriamente argüir que el país sería más rico hoy si el Estado se hubiera limitado a no hacer nada?. Uno puede multiplicar estos casos, pero examinemos uno más, el caso de China. Es un país en donde existe una tradición de 50 años de gobierno unipartidista. De ésos, durante 30 años, fue un fracaso económico. Sin embargo, a principios de 1979 China se embarcó en reformas que transformaron al país. Se iniciaron politicas que acogieron la inversión directa a largo plazo, que fomentaron la creacion empresas en las ciudades y en los pueblos, y los negocios conjuntos con participación de los riesgos por parte del Estado y de las empresas privadas, y de esta forma crearon una amplia y continua mejoría en el nivel de vida de las personas. El caso de China muestra la eficacia potencial de las políticas de desarrollo sostenido. A diferencia de Rusia, China NUNCA LIBERALIZÓ SUS MERCADOS DE CAPITAL NI SU CUENTA DE CAPITAL, por temor a que semejantes acciones fueran tan sólo una fatal tentación, desencadenando un ciclos de bonanza y crisis que una nación pobre no puede tolerar por mucho tiempo. En Argentina algo entendemos de eso.

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