viernes, 29 de julio de 2005

El maestro: Japon

A comienzos de la década de los setenta en tan sólo tres años el excedente comercial de Japón se quintuplicó. En ese momento Japón era el primer país del mundo en construcción naval, producción de motos, aparatos fotográficos y televisores y el segundo en automóviles, acero y fibras sintéticas. La forma en que se produjo este crecimiento económico convierte el caso del Japón en absolutamente peculiar comparado con el de otras latitudes. Hubo, sin duda, alguna coincidencia, como, por ejemplo, con Italia en lo que respecta AL PAPEL MUY IMPORTANTE DESEMPEÑADO POR LA PEQUEÑA Y MEDIANA EMPRESA EN ESE DESARROLLO. Pero en muchos otros aspectos las diferencias fueron muy considerables. UN RASGO MUY DECISIVO FUE LA INTERVENCIÓN DEL ESTADO y LA PROTECCIÓN CON RESPECTO AL EXTERIOR. EL MITI (Ministerio dedicado a la tecnología y a la inversión) controló los intercambios con el exterior y centralizó el empleo de las divisas, pero también EVITÓ LA ENTRADA DE CAPITAL EXTRANJERO y promovió la innovación. Buena parte de los avances industriales se debieron a la renovación del aparato productivo a través de la labor de este Ministerio. En otros casos, las empresas se beneficiaron de una utilización excepcionalmente inteligente de lo inventado fuera. La empresa Sony imaginó, por ejemplo, utilizar la patente de los transistores de las prótesis auditivas para pequeñas radios portátiles con el consiguiente éxito. En otros casos, los excelentes resultados económicos se debieron a la capacidad de aprovechar al máximo unas oportunidades mínimas. Las acerías, por ejemplo, se situaron en la costa importando el hierro de Australia. Sólo comerciando con zonas lejanísimas pudo Japón superar su radical carencia de materias primas. Como se puede imaginar, el papel de las élites burocráticas a través de esa institución fue decisivo en el crecimiento económico japonés. Otro rasgo muy importante del crecimiento económico del Japón consistió en la existencia de un peculiar sistema de conflicto social. A partir de 1960 las relaciones industriales perdieron su vehemencia. En todas las grandes empresas a partir de los años sesenta se expandió el sistema de empleo para toda la vida que ya había tenido su origen en los años veinte y que permitía una excepcional fidelidad a la empresa de cuyo progreso se beneficiaban los trabajadores. !!!!!!!!!!!Que lejos esta esto de la flexibilidad laboral impuesta por el FMI!!!!!!!!!!. Los sindicatos, por su parte, mantuvieron un nivel de afiliación relativamente alto (el 35%) pero sobre todo en esta categoría de los empleados para toda la vida. Gracias al sindicalismo y a las anuales "ofensivas de primavera" para lograr el incremento de los salarios progresó excepcionalmente el nivel de vida.

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