miércoles, 29 de junio de 2005

El piloto automatico

A principios de los noventa, Argentina apostó a una estrategia que resulto un fiasco, su apuesta era que si abría sus mercados a bienes y a los capitales extranjeros, si ponía la política monetaria en “piloto automático”, entonces conseguiría una reducción en la tasa de interés que enfrentaba en los mercados internacionales, atraería a los capitales extranjeros, las inversiones aumentarían la productividad y todo estaría bien. Esta es una estrategia que descansa en un aumento importante de la inversión extranjera que se convierte en el motor del crecimiento de la economía. Para un país del tamaño de la Argentina es muy difícil imaginar que la inversión extranjera y el comercio que surge de ello puedan ser un motor de crecimiento. No se hizo una estrategia para estimular a los inversores locales para invertir en manufacturas, en actividades relacionados al comercio exterior, en los sectores que son los propulsores del crecimiento. Este no es un proceso que suceda automáticamente, es necesario proteger las industrias, es necesario subsidiarlas, es necesario controlarlas. Hay distintas maneras de inducir una estrategia de inversión doméstica, uno puede observarlo en distintos países que han sido exitosos. Pero el punto es que hay que hacer algo, no se trata simplemente de liberalizar hay que tener una política al respecto, no se trata de liberalizar, desregular, abrir los mercados y ESPERAR QUE ESTE PROCESO DE INVERSIÓN Y TRANSFORMACIÓN SUCEDA AUTOMÁTICAMENTE. La estrategia de industrialización sustitutiva de importaciones fue propuesta por la CEPAL en la segunda mitad de este siglo para dinamizar las fuerzas internas, fue abandonada en los 80 con la excusa de que la protección del mercado generaba ineficiencias y no había suficiente estímulo a la innovación tecnológica. Cuando la industrialización sustitutiva de importaciones (ISI) fue desechada en los 80, se desestimaron logros importantes de esta estrategia. No se puede decir que la ISI no produjo resultados importantes en cuanto a progreso tecnológico. Si uno compara, entre los cincuenta y los ochenta encuentra que el aumento total de la productividad de los factores, tomada como una medida del progreso tecnológico, es muy parecida y aún mayor en Brasil o en Méjico que en algunos países asiáticos, como Corea o Taiwán, que siguieron una estrategia orientada a las exportaciones, que aparece como más dinámica. Uno encuentra que en realidad el crecimiento de la productividad de la totalidad de los factores productivos en Brasil y Méjico es comparable, y tal vez tienen una mejor perfomance, que la de Corea del Sur y Taiwán. El sendero de expansión realmente empieza a ser diferente después de 1980, es decir después de la crisis de la deuda. Lo que pasó es que como resultado de la gran crisis de los años ochenta, los países latinoamericanos reaccionaron contra la política de sustitución de importaciones, y fueron demasiado lejos al suponer que todo lo que necesitaban para dinamizar la innovación tecnológica era simplemente abrirse e integrarse a la economía mundial, y que, a través del comercio y de la inversión extranjera, se solucionarían los problemas. Lo que necesitamos es comprender que el mercado y la apertura comercial tienen su lugar pero también deben tenerlo la acción pública, el apoyo del gobierno a las industrias, a la tecnología, elementos que actúan en una especie de colaboración entre el sector público y el sector privado, NI EN UN TOTAL “LAISSEZ FAIRE” NI DENTRO DE UNA ESTRICTA PLANIFICACIÓN, NO CERRANDO TOTALMENTE LA ECONOMÍA AL COMERCIO EXTERIOR SINO ATENDIENDO A LA INTEGRACIÓN CON EL MUNDO. Esta es la evidencia de la historia, ningún país se ha desarrollado simplemente abriéndose al comercio exterior: los Estados Unidos en la segunda mitad del siglo diecinueve, los países del sudeste asiático en el siglo veinte, en las experiencias exitosas uno encuentra una combinación de estrategias que supieron aprovechar las ventajas del comercio internacional y la inversión extranjera, pero fue en el marco de UN PROYECTO DESARROLLADO POR EL GOBIERNO PARA ESTIMULAR LA INVERSIÓN INTERNA Y LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA LOCAL. Esta es la evidencia histórica. Entonces el mayor desafío al diseñar una estrategia de crecimiento es darse cuenta cuáles son estos elementos internos que hay que promover.

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