sábado, 18 de junio de 2005

El modelo japonés

Uno de los grandes mitos de la economía japonesa es que al terminar la II Guerra Mundial quedó completamente destruida. Japón se preparó para competir en el exterior a partir de la revolución Meiji, a fines del siglo XIX, y al concluir la guerra no sólo contaba con una población masivamente educada sino que además tenía la tecnología de las mismas empresas que fueron capaces de producir máquinas de combate. La revolución Meiji sentó las bases para crear un APARATO ESTATAL SÓLIDO, que guió a Japón durante medio siglo y que tomó el papel directivo principal en la posguerra. El desarrollo de Japón no puede verse separado del poderoso Ministerio de Industria y del Ministerio de Economía. Ambas instituciones fijaron las metas de largo plazo y trabajaron en paralelo con empresarios y sindicatos. Japón es un modelo en sí mismo, porque puso en práctica una estrategia nueva de desarrollo e INTERVENCIÓN ESTATAL DONDE EL ESTADO ASUMIÓ EL PAPEL DE COORDINADOR Y PLANIFICADOR. Este modelo consistió en SUGERIR AL SECTOR PRIVADO LOS SECTORES ESTRATÉGICOS Y ESTABLECER INCENTIVOS CREDITICIOS Y TRIBUTARIOS PARA DESARROLLAR LA INDUSTRIA desde productos textiles y agrícolas pasando por la industria pesada hasta la industria de productos electrónicos avanzados. Corea del Sur estudió la experiencia japonesa al igual que Singapur y Hong Kong, tomando un modelo similar de coordinación y de guía estatal para aumentar las exportaciones. Japón mostró a los países del sudeste asiático que era posible crecer. Pero, además de confianza, les inyectó inversión, trasladando numerosas empresas a esos países. La experiencia de las economías exitosas del Asia demuestra que EL LIBERALISMO NO PUEDE IR SEPARADO DE LA PLANIFICACIÓN, Y QUE EL DESARROLLISMO ESTATAL, A SU VEZ, DEBE DAR LIBERTAD SUFICIENTE A LA INICIATIVA PRIVADA. Ese difícil balance es, al parecer, la formula del crecimiento económico.

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