martes, 22 de octubre de 2013

El Estado emprendedor: motor de la innovación

El crecimiento del producto per cápita determina el nivel de vida. La innovación determina el crecimiento del producto per cápita. ¿Pero qué determina la innovación? La economía convencional ofrece modelos abstractos; la Sabiduría convencional insiste en que la respuesta está en el emprendimiento privado. Pero la entidad que toma los riesgos más fuertes y logra los avances más sorprendentes no es el sector privado, es el vilipendiado Estado. Del 75 por ciento de las nuevas entidades moleculares [aprobadas por la Administración de Alimentos y Medicinas entre 1993 y 2004] se pueden rastrear sus orígenes en investigaciones… de laboratorios del Instituto Nacional de Salud (NIH) de los EE. UU financiados con fondos públicos. El Consejo de Investigación Médica del Reino Unido descubrió los anticuerpos monoclonales, que son la base de la biotecnología. Estos descubrimientos luego son trasladados a precios bajos a las empresas privadas que cosechan grandes beneficios. Un ejemplo quizás más potente sea la revolución en información y comunicaciones. La Fundación Nacional de la Ciencia de los EE. UU. puso los fondos para el desarrollo del algoritmo que es la base el motor de búsqueda de Google. Los fondos iniciales para Apple salieron del Programa de Investigación e Innovación de las Pequeñas Empresas del gobierno de los EE. UU. Además, todas las tecnologías que hacen “inteligente” al iPhone también han sido financiadas por el Estado… Internet, las redes inalámbricas, el Sistema de Posicionamiento Global, la microelectrónica, las pantallas táctiles así como el más reciente asistente personal activado por voz SIRI. Apple juntó todo esto, de manera brillante. Pero estaba uniendo el fruto de siete décadas de innovación financiada por el Estado. ¿Por qué es tan importante el papel del Estado? La respuesta está en las inmensas dudas, lapsos de tiempo y los costos asociados con la innovación fundamental basada en la ciencia. Las compañías privadas no pueden y no soportarán estos costos, en parte porque no están seguras de cosechar los frutos y en parte porque estos frutos quedan muy lejos en el futuro. De hecho, mientras más competitiva y pro financiera sea la economía, menos propenso será el sector privado en asumir esos riesgos. Recomprar acciones es aparentemente una manera mucho más atractiva de utilizar el efectivo extra que gastarlo en innovación fundamental. Los días de los vanguardistas Laboratorios Bell de la AT&T han quedado atrás. De cualquier manera, el sector privado no hubiera podido crear Internet o el GPS. Solo el ejército de los EE. UU. tenía los recursos para hacerlo. Uno de los mayores motores de la innovación de las últimas cinco décadas ha sido la Agencia de Investigación Avanzada del Departamento de Defensa de los EE. UU. y el NIH. Hoy en día, si el mundo requiere hacer innovaciones fundamentales en tecnologías de energía, los Estados jugarán un papel principal. De hecho, el gobierno de los EE. UU. ha ayudado incluso a dirigir el desarrollo de la fractura hidráulica en rocas de esquisto. Esto implica no solo que el Estado apoye la investigación y el desarrollo, aunque es vital (en los EE. UU. el gobierno aporta casi un cuarto de los recursos para la I+D y casi el 60 por ciento de la investigación básica). Pero el Estado también es un emprendedor activo, asumiendo riesgos y, por supuesto, aceptando los inevitables fracasos. Los EE. UU. han sido un Estado desarrollista desde los días de Alexander Hamilton. De hecho, el reciente papel de la Nación como principal promotor de las innovaciones fundamentales debe tanto a su Estado como al espíritu de levantarse y actuar de sus emprendedores. El que Alemania falle en mantenerse a la vanguardia de las nuevas tecnologías, en contraste con lo que pasaba antes de la Segunda Guerra Mundial, se debe al limitado papel que se acordó dar ahora a su Estado. El mito neoliberal acerca de capitalistas que aman el riesgo y burócratas que lo evitan es falso. ¿Importa si el papel del Estado ha sido sacado de la trama por los neoliberales? Sí importa, y mucho. Primero, entre los legisladores aumenta la creencia en el falso mito de que el Estado solo es un obstáculo y, por lo tanto, priva a la innovación de su soporte y a la humanidad de las mejores perspectivas para su prosperidad. De hecho, el desdén hacia el gobierno también lo priva a este de su deseo y capacidad para emprender riesgos empresariales. Segundo, el gobierno ha aceptado cada vez más que financia los riesgos, mientras que el sector privado “cosecha” los resultados. Lo que está surgiendo, entonces, no es un verdadero ecosistema simbiótico de innovación, sino uno parasitario, en el cual los elementos deficitarios son socializados, mientras que los elementos rentables son privatizados. ¿Sabrá el contribuyente común que sus impuestos pagan las innovaciones que impulsan a su economía? No lo sabe, los neoliberales se lo ocultan. La falta de reconocimiento del papel del gobierno en el impulso de la innovación es la mayor amenaza para el aumento de la prosperidad.

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