En 2012, con 6,3%, fue la economía que más creció de Latinoamérica y se espera un avance del 6% en 2013. Su inflación está por debajo del 3%, sus cuentas públicas son superavitarias (en 2012, tuvo un saldo equivalente al 2,1% de su PBI) y posee una tasa de desempleo relativamente baja (7%). Sin embargo, detrás de este aparente éxito, se evidencia una profundización del perfil de su matriz productiva y distributiva. Como principales actividades, Perú alimenta el crecimiento industrial asiático, a través de la provisión de recursos minerales con alto impacto contaminante en su territorio, e industrializa masivamente confecciones textiles con foco en la provisión de las grandes marcas internacionales. También explota intensivamente la pesca y desarrolla actividades de servicios altamente demandantes de empleo como la gastronomía y el turismo.
La Argentina, a contramano de las políticas de liberalización y alta dependencia de la cotización de las riquezas naturales, intenta generar una estructura productiva más diversificada y autónoma. El país no podría concentrarse sólo en la explotación de los revalorizados recursos naturales y producir insumos industriales de uso difundido o productos de poca diferenciación y servicios. En ese caso, los salarios serían un costo a reducir y habría graves problemas de exclusión social; esa base productiva dejaría de lado a demasiada población económicamente activa.
La Argentina busca progresar, de modo sustentable, mediante la construcción de una matriz productiva más compleja e inclusiva. El objetivo enfrenta disputas de poder, requiere incentivar el desarrollo del mercado interno y mejorar las aptitudes de los trabajadores para operar tecnologías progresivamente más sofisticadas. Para eso, el país debe seguir dinamizando su mercado y avanzar gradualmente en el desarrollo de un sistema productivo que demande la creación de empleos de mayor calidad.
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