miércoles, 10 de agosto de 2011

Una segunda recesión en EEUU provocaría una sangría peor que la primera

Las consecuencias de una segunda recesión en Estados Unidos serán peores que las de la primera, ya que la economía está mucho más débil que al inicio de la crisis en diciembre de 2007 y el débil crecimiento que ha habido hasta ahora ha impedido recuperar el terreno perdido. La última vez que la economía retrocedió, Estados Unidos tenía mucha grasa que eliminar como consecuencia de la burbuja de crédito, pero el sobrepeso ha desaparecido y una recaída dejaría a las familias en los huesos. Además, a estas alturas los responsables de la política monetaria ya han utilizado la mayoría de las herramientas de las que disponían para hacer frente a la recesión y tienen poco margen de maniobra. En los últimos cuatro años, la población activa ha crecido un 3%, pero la creación de puestos de trabajo se ha desplomado: se han reducido un 5% -6,8 millones- desde los niveles pre-crisis. La tasa de paro se ha elevado del 5% al 9,1%. Además, los estadounidenses que tienen un empleo, trabajan menos horas por los ajustes que han llevado a cabo las empresas para controlar el gasto. Así que las familias ingresan menos dinero, lo que supone un importante obstáculo para la mejora del consumo, uno de los pilares fundamentales de la economía norteamericana. Esto implica otros problemas si se produce una recesión: cuánto se pueden seguir reduciendo las plantillas sin impedir el funcionamiento de la compañía. La falta de actividad constructora y la caída de los precios de las viviendas (un 24% desde diciembre de 2007) son otro problema añadido. Pero de todos los grandes indicadores, el peor es de la producción industrial, que ha caído un 8% en este periodo. El desgaste de los últimos años ha dejado muy pocos remedios aplicables para combatir una nueva recesión. Los tipos interés no pueden seguir reduciéndose pues se encuentran, prácticamente, a cero. La Fed ya ha inundado los mercados financieros con dinero mediante la compra de activos hipotecarios y bonos del Tesoro, lo que complica la puesta en marcha de una nueva ronda de expansión cuantitativa, tras las críticas sobre la poca efectividad de las dos primeras. Y aquí va un dato increible: en medio de esta debacle, los beneficios empresariales están marcando récords ya que fueron un 22% superior en el primer trimestre de 2011 que en el último de 2007. Sin embargo, las empresas están nerviosas por el futuro de la economía y hasta ahora han sido reacias a gastar dinero mediante inversiones o incrementando las plantillas, por lo que acumulan grandes cantidades de efectivo para usarlo como colchón si la demanda se reduce.

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