jueves, 30 de junio de 2011

Para festejar los 90 años de la fundación del Partido Comunista, China inaugura obras asombrosas

China ha inaugurado el puente sobre el mar más largo del mundo, de 36,48 kilómetros, en la ciudad costera oriental de Qingdao. El puente, con una inversión de 2.300 millones de dólares y que ha tardado cuatro años en ser construido, conecta el centro de la ciudad con su área suburbana de Huangdao, a ambos lados de la bahía de Jiazhou. Con este puente, la distancia entre ambas zonas de uno de los principales puertos de China se acortará de 40 a 20 minutos. El puente supera al que hasta ahora se consideraba el mayor del mundo sobre aguas marinas, el de la bahía de Hangzhou, también en el este de China, de 36 kilómetros de longitud. Hay varios puentes más largos sobre tierra en el mundo, pero los tres primeros también se encuentran en China, y el mayor de ellos es un tramo elevado del tren de alta velocidad Pekín-Shanghái, de 164,8 kilómetros de longitud, que precisamente se inaugura también este jueves. La ristra de nuevas obras de infraestructura chinas se completó con la inauguración del gasoducto más largo del mundo, que llevará esta fuente de energía desde Turkmenistán, en Asia Central, hasta el gigante asiático por un recorrido de 8.700 kilómetros. Hoy se ha inaugurado el tren de alta velocidad entre Pekín y Shanghái, que circula a 300 kilómetros por hora y recorre los 1.318 kilómetros que separan las dos principales ciudades de China en cuatro horas y 48 minutos, la mitad del tiempo que hasta ahora empleaba el ferrocarril convencional. El avión tarda solo dos horas, pero es mucho más que caro, hay que desplazarse al aeropuerto con bastante tiempo de antelación y, además, cada vez sufre más retrasos debido a la congestión que empieza a sufrir el espacio aéreo chino. Con una inversión de 220.000 millones de yuanes (23.458 millones de euros), superior al presupuesto oficial de la presa de las Tres Gargantas, se trata de la línea de alta velocidad más larga del mundo y ha sido construida en un tiempo record, ya que las obras comenzaron en abril de 2008 y han terminado un año antes de lo previsto. A partir de ahora, 90 pares de trenes efectuarán el trayecto en ambas direcciones, 63 de ellos a una velocidad de 300 kilómetros por hora y 27 a 250. En principio, estaba previsto que el tren alcanzara los 350 kilómetros por hora, pero el régimen chino decidió finalmente rebajar la velocidad “en aras de una mayor seguridad y para ahorrar un 20 por ciento de energía”. Una decisión que ha levantado ciertas críticas sobre la rapidez con que se ha culminado el proyecto y las sospechas de que se ha terminado a marchas forzadas para hacerlo coincidir con el 90 aniversario de la fundación del Partido Comunista. “El crecimiento ferroviario de China tendrá la máxima prioridad”, ha anunciado el viceministro de Ferrocarriles, Hu Yadong, quien prometió que “el ritmo de producción no se ralentizará y la inversión no se reducirá”. Tras adquirir trenes de alta velocidad japoneses, alemanes y franceses, China ha desarrollado sus propios modelos y ahora intenta venderlos mucho más baratos en Latinoamérica y Oriente Medio, lo que ha provocado denuncias por copia de tecnología. Dentro de la modernización que está trayendo el extraordinario crecimiento económico del país, el régimen chino ha dado en los últimos años un impulso decisivo a la alta velocidad. En marcha desde 2006, a finales del año pasado había ya 8.358 kilómetros de vías por donde sus trenes circulan a entre 250 y 300 kilómetros por hora. El próximo año habrá más de 13.000 kilómetros y 16.000 en 2020. La nueva China ya circula a 300 kilómetros por hora con sus propios “trenes bala”.

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