sábado, 28 de mayo de 2011
Grecia, el talón de Aquiles de la economía europea
El Fondo y la UE condicionan un desembolso de 12.000 millones de euros, el quinto del plan de ayuda aprobado hace un año por un total de 110.000 millones, a que Grecia apruebe más medidas de austeridad y, sobre todo, inicie un programa de privatizaciones por 50.000 millones de euros. “El pueblo griego no puede ser objeto de semejante chantaje”, alegó el líder comunista Papariga, en línea con la posición adoptada por Nueva Democracia cuyo jefe, Antoni Samaras, consideró “equivocado” el nuevo plan de ajuste dictado por el FMI y Bruselas. Sin embargo, un abismo separa a los dos opositores: mientras la derecha está de acuerdo con las privatizaciones y critica al Gobierno por no haberlas implementado antes, los comunistas se oponen a ellas y también a la reducción de impuestos a las ganancias y a las empresas que propugnan los conservadores. Grecia tiene una deuda pública de 300.000 millones de euros y el porcentaje de ésta sobre el PBI se viene incrementando desde hace un año debido al retroceso de la actividad económica y a la parálisis que va ganando terrenos en todos los sectores. Gobierno griego dijo que si no encuentran una solución políticamente viable estarían dispuestos a retirarse del euro, declarar una moratoria de la deuda y regresar a la moneda nacional, el dracma. Mientras Atenas amenaza con declarar la quiebra y llevar a España, Italia y Bélgica al mismo camino emprendido por Portugal, Irlanda y Grecia, poniendo a Alemania y Francia contra las cuerdas, los alemanes no están dispuestos a ceder y hacerse cargo de la situación de los llamados “países periféricos” de Europa. Pero la cruda realidad es que Alemania puede dirigir la economía europea en tanto pueda seguir subordinando al resto de Europa a través del euro y las finanzas montadas sobre esta moneda. El FMI ya advirtió que no continuará dando soporte al país heleno si no hay garantía de que está en disposición de devolver el dinero que se le ha prestado. Mientras, en la UE siguen las declaraciones de apoyo al país heleno en el sentido de que no se le dejará caer, pero tampoco se vislumbra la posibilidad de reestructurar la deuda, con lo que se abre paso la posibilidad de reescalonarla, o lo que es lo mismo, alargar los plazos de devolución o rebajarle el tipo de interés de los préstamos, posibilidad que ha sido rechazada también desde Alemania. El FMI y la Unión Europea habían demandado a los políticos griegos que mostraran unidad para aplicar las reformas económicas que exigieron como requisito para aportar dinero a la endeudada economía del país. Sin embargo, la oposición no aceptó el plan de austeridad y acusó al primer ministro de estar "ahogando a la economía" con las medidas de ahorro. Grecia tiene que ahorrar en los próximos cuatro años más de 110.000 millones de dólares, parte de los cuales el gobierno quiere conseguirlos con la venta de propiedades públicas. El país tiene fondos hasta mediados de julio para hacer frente a sus compromisos y pagar salarios y jubilaciones. Por ello, Atenas necesita con urgencia el pago del siguiente tramo del paquete de rescate, que es de unos 17.000 millones de dólares. La quiebra de Grecia podría tener consecuencias más dramáticas que la caída de Lehman Brothers.
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