domingo, 13 de marzo de 2011

El otro terremoto japones

Las recetas ante una catástrofe de la magnitud que ha sufrido Japon pasan por incrementar el gasto público para hacer frente a los costes de la reconstrucción de la zona y poner todo el dinero posible en el mercado para aumentar la liquidez. Así lo va a hacer el Gobierno nipón, que no dudó ayer en afirmar que el fondo de 5.000 millones de euros para hacer frente a catástrofes naturales se ampliará lo que sea necesario. ¿Hasta qué cantidad? La cifra puede llegar a los 9.000 millones. También el Banco de Japón ha prometido hacer todo lo posible para proveer liquidez al sistema. El problema es que el margen de maniobra es limitado. Japón es el país más endeudado del mundo desarrollado, con un pasivo que llega al 200% del PIB y un déficit del 10%. En estas condiciones, cualquier aumento del gasto público cargará aún más las tintas, lo que forzará un endeudamiento más caro y pondrá al país en el punto de mira de las agencias de rating, muy recelosas de la ortodoxia financiera nipona en los últimos tiempos. Y tampoco el banco central tiene demasiada holgura, con unos tipos de interés que ya están en el 0% en un intento de combatir la deflación que atenaza la nación. Con estos mimbres, varios analistas liberales ortodoxos dan por hecho que el terremoto será la puntilla que ponga punto final a la incipiente recuperación de la economía japonesa. En el último trimestre del año pasado, el PIB se contrajo un 1,3% en tasa anual, pero los primeros meses de 2011 anticipaban un rebote. Ahora está en tela de juicio, tras el cierre de factorías, paradas de producción sobre todo automovilística y demás daños derivados del terremoto. Eso en el corto plazo; a medio término está el impacto de las políticas monetarias y de gasto público. Tampoco el panorama para la divisa es más positivo. El yen se apreció ayer frente al dólar, un movimiento que anticipa la venta de divisas y activos extranjeros de los habitantes e instituciones japoneses para afrontar la reconstrucción en yenes. Y si se mira a las principales posiciones que tiene Japón en bonos extranjeros, los de Estados Unidos aparecen en primer lugar. Esos datos hacen pensar en un mantenimiento de la fortaleza del yen a corto plazo, algo que va en contra de su economía en estos momentos. Pero no todo es negativo a medio plazo para las finanzas niponas. Si bien es cierto que el futuro más inmediato está teñido de negro, un aumento del gasto público y una relajación monetaria mayor va a tener efectos beneficiosos para la economía japonesa.

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