sábado, 9 de octubre de 2010
Guerra Mundial en los Mercados Cambiarios
Ha estallado una guerra financiera mundial y lo ha hecho en el mercado de divisas. La batalla es por una moneda barata. Cada país está mirándose el ombligo en lugar de pensar en el crecimiento global. Estan todo de acuerdo en que la recesión se superará en buena parte gracias a la mejora del comercio internacional, pero cada país se ha lanzado a «controlar» su moneda para dar un impulso a sus economías. Unos más que otros han recurrido al viejo truco —legal, por otra parte— de devaluar sus divisas para favorecer sus exportaciones y ser así más competitivos. Por primera vez en seis años, las autoridades de Japón decidieron el pasado mes de septiembre intervenir el yen, ante su alarmante apreciación frente al dólar, lo que lo llevó a niveles récord en más de 15 años y a los empresarios nipones a exigir tal medida al Gobierno japonés para recuperar sus ahora maltrechas ventas en el exterior del país. USA, por ejemplo, piensa en solucionar su elevado déficit comercial construyendo una verdadera bomba de relojería para las cuentas del Estado, mientras que China se niega a dejar subir al yuan como le exigen para no perjudicar a su tejido industrial. Ningún país quiere reconocer su participación en esta guerra. Pero después de haber agotado todos los métodos tradicionales de políticas fiscales y monetarias, los países desarrollados están buscando nuevas formas de impulsar el crecimiento mientras que los emergentes tratan de mantener su ventaja competitiva que les hizo salir triunfadores de la crisis crediticia. China es el principal acusado en esta áspera lucha que divide básicamente a las monedas que flotan libremente en el mercado y a las que están sujetas a controles gubernamentales. USA critica a China, pero a su vez no deja de ser agriamente atacado por la Unión Europea, que ve como el euro vuelve a apreciarse frente al dólar. China es acusada de mantener de forma artificial la infravaloración del yuan limitando las ganancias frente al dólar a cerca del 2% desde el pasado mes de junio. A esto, Jiabao ha asegurado que "Europa no debería formar parte del coro, si el yuan no es estable, será un desastre para China y para el mundo. Si aumentamos el yuan en un 20% y un 40% como algunas personas están pidiendo muchas de nuestras fábricas se cerrarán y la sociedad será un caos". Por su parte, Geithner dice que la subvaluación de yuan “concede una ventaja enorme a las exportaciones chinas a USA: 15% a 20% menos elevadas que sus competidores de USA”, y que además los pérfidos chinos congelan una enorme masa de ahorro en dólares con los ingresos de sus exportaciones. La crisis ha desembocado en una progresiva aplicación de políticas monetarias proteccionistas al grito de «sálvese quien pueda». La balanza comercial estadounidense es una de las principales damnificadas. Obama ha presionado a China para que permita la apreciación del yuan frente al dólar. El régimen de Pekín lo ha hecho, pero sólo tibiamente. En ese contexto, la Reserva Federal de EE UU y el Banco de Inglaterra mantienen sus tipos de interés en niveles históricamente bajos (inferiores a los del euro) y prevén reactivar medidas de liquidez excepcionales para empujar a la baja sus monedas. No sorprende que los países traten de elevar sus exportaciones en un entorno económico frágil. Trasladar el peso del crecimiento a los consumidores extranjeros es más fácil, política y económicamente, que estimular demanda interna. Pero si bien manejar los tipos de cambio es una manera sencilla de darle una ventaja a los exportadores nacionales, desde la perspectiva global no funciona si todo recurren a lo mismo al mismo tiempo.
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