jueves, 5 de noviembre de 2009

Burbujeando

El año pasado el mundo naufragaba, tras el estallido de la burbuja de hipotecas. El único refugio seguro era el dólar. Apenas pasado el temporal, y cuando los inversores detectaron que el primer rayo de sol comenzaba a darle luz a la economía global, huyeron despavoridos de sus coberturas y fueron presurosos en busca de “la rentabilidad perdida”. Y los mercados del mundo volvieron a revivir. Pero, en plena algarabía, un fantasma vuelve a asomar con fuerza: la formación y estallido de no una burbuja, sino de varias burbujas, cuyo aire es inyectado justamente por los mismos inversores por: 1. el desplome, a casi cero, de la tasa de interés que rige los destinos del dólar, que los anima a tomar deuda barata en esa moneda y volcar los fondos obtenidos en otros mercados, 2.el temor a la inflación que soportará los Estados Unidos (producto de la monumental emisión destinada a salvar bancos y empresas) que los hace huir del billete verde a toda velocidad para protegerse en commodities e inflar, por ende, sus precios. Asi es como se ha comenzado la creacion de burbujas tanto en las bolsas, como en las materias primas, y en los mercados de crédito. Los gobiernos y los bancos centrales -permitiendo tasas de interés muy bajas y la reapertura de los mercados crediticios- hacen que sea nuevamente barato especular en cualquier cosa, en materias primas, en acciones, en bonos. El exceso de crédito y liquidez en los mercados, a lo largo y ancho de todo el planeta, ha desatado nuevamente el apetito inversor, que se mantuvo adormecido y que ahora despertó, sediento de activos en los que invertir. La fuerte liquidez mundial presiona a los inversionistas a buscar altos rendimientos, y esto da lugar a la gestación de nuevas burbujas. Estamos llegando a la cima de la montaña rusa.

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