domingo, 31 de mayo de 2009

Reportaje al economista Jorge Schvarzer

Según el economista Jorge Schvarzer, a principios de los setenta, cuando Corea no soñaba con tener una industria electrónica, en la Argentina ya había empresas de avanzada en el sector. Hoy entre nosotros han desaparecido, mientras que Corea es una fuerza en el mercado mundial. Esta es una de las referencias significativas que incluyó en su libro "La industria que supimos conseguir", publicado hace pocas semanas por Planeta. Schvarzer analizó con Clarín lo que considera la involución de la industria argentina en las últimas décadas: en las décadas del cincuenta y sesenta, cuatro de cada diez nuevos empleos que se creaban en el país eran del sector industrial, y otra parte importante estaba ligado a él. Ahora la proporción no existe. Schvarzer es miembro del Centro de Investigaciones Sociales sobre el Estado y la Administración y profesor en las universidades de Buenos Aires, París, Autónoma de México y Federal de Río Grande Do Sul. Hace tiempo, el sociólogo José Luis de Imaz dijo que la Argentina es un país con industrias, pero no un país industrial. Según él, cuando nuestros industriales ganan dinero prefieren invertirlo en el campo. ¿Usted qué piensa?. "En realidad, este es un país que ha generado empresarios dinámicos y eficientes como cualquier otro. Claro que no pudieron avanzar hasta ocupar la vanguardia industrial porque las políticas económicas se los impidieron. ¿Por qué lo impidieron? "Creo que se debe a que los líderes del país tienen una visión macroeconómica que es falsa: creen que la Argentina es un gran país agropecuario por mérito de sus productores cuando, en realidad, es un país agropecuario porque Dios nos regaló una tierra enormemente fértil. Nuestro país es rico por las mismas razones que lo es Kuwait con su petróleo. No es el resultado de la acción de los gobiernos ni de los empresarios productores. Es una riqueza natural que ha engañado a un par de generaciones. En algún momento también se creyó que esa riqueza sostenía una vida digna para el conjunto del país... "Los dirigentes decían: "Para qué tener industrias, si nosotros podemos abastecer de carne y trigo a todo el mundo", o "Somos el granero del mundo" o "la fábrica mundial de carne", como se puede estar pensando ahora a causa del problema europeo de la "vaca loca". De hecho, la Argentina no tiene capacidad para producir mucha más carne y trigo que el nivel actual, en condiciones competitivas. Y el mercado mundial, al menos hasta ahora, tampoco está dispuesto a pagarle mucho más. Quiero decir que el modelo de país agropecuario servía para los seis o siete millones de habitantes de principios de siglo. Pero no es una solución para un país de treinta y cinco millones de habitantes en el umbral del siglo XXI."¿Por qué no se pudo generar el sueño colectivo de un país industrial? "Es que, desde las primeras décadas, los líderes de la Unión Industrial Argentina no eran empresarios industriales. Eran tanto dueños de fábricas como dueños de tierras; de bancos y de negocios de importación. No entendían qué era la industria ni las implicancias que tenía el proceso de industrialización. Entonces evitaban o impedían inconscientemente que la representación del sector estuviera en manos de los industriales emprendedores. "Entonces, ¿Imaz tenía razón?"En cierta forma, lo que dijo es verdad para un grupo de empresarios que han sido dueños de fábrica y no industriales. "Pero ¿es esa la realidad del conjunto de los industriales? "Por supuesto que no. Hay empresarios dinámicos. Pero uno advierte que sistemáticamente han encontrado tantas trabas a su desarrollo que son expulsados del sector. La Argentina es un cementerio de empresarios industriales dinámicos que terminaron luchando contra el viejo liderazgo del sector y contra las viejas tradiciones de la elite del país. "Déme ejemplos. "Bueno, cuando uno mira los '60 se encuentra con media docena de hombres que estaban avanzando en sectores modernos. Había un señor que fabricaba tornos Weischelbaun "su empresa era Wecheco", y que, además, era dirigente empresario, En los '60 consiguió exportar tornos de la Argentina. Era un milagro, pero Wecheco quebró y él quedó marginado del sector."También se exportaban plantas frigoríficas y farmacéuticas llave en mano. "Sí. Y estaba Atma, que hacía productos eléctricos y de plástico. Ocupaba la vanguardia, pero fue achicándose y desapareciendo. Y uno encuentra multitud de ejemplos de empresas dinámicas en los ramos químico, mecánico, sobre todo en máquinas-herramientas, que era un sector muy particular donde teníamos ingenieros y capacidades de punta. Bien, ese liderazgo también fue desapareciendo. "¿Qué fue lo que produjo aquel milagro? "Primero, que los empresarios dinámicos no existen en el vacío. Se trata de hombres que tienen conocimientos empresariales, espíritu de mercado, capital, pero también conocimientos técnicos o, al menos, se rodean de gente que los tiene. Viven en una red que les ofrece, además de capital de riesgo, una provisión de tecnólogos, ingenieros o expertos. Es decir que hay alguien que produce las condiciones como para que esos empresarios surjan. "Pero los '60 que usted menciona fueron políticamente convulsionados... "Fíjese: en 1966, el gobierno de Onganía intervino la Universidad y se produjo una renuncia masiva de profesores. Entre ellos estaba un grupo de alto nivel que trabajaba en un laboratorio de electrónica de la Facultad de Ingeniería. En esos años habían logrado generar una serie de conocimientos electrónicos que eran aun de avanzada en el panorama mundial. Ante la intervención de Onganía pensaron en irse del país porque, fuera de aquel laboratorio, no tenían ámbito de trabajo. Pero Fate, una empresa de neumáticos que buscaba nuevos campos de expansión, decidió contratar al grupo para desarrollar calculadoras electrónicas. Todavía no se hablaba de computadoras. Instalaron una planta que llamaron Cifra y produjeron maquinitas que en los '70 tuvieron gran éxito. "¿Qué pasó después? "Que en 1976 cambió la política económica y se abrió el mercado. Con la irrupción masiva de maquinitas importadas la empresa se vio obligada a cerrar. Y era un proyecto que todavía estaba a tiempo de seguir creciendo e, incluso, de competir en el mundo. "¿Hubiéramos sido una especie de Corea? "Bueno, en el año setenta Corea no tenía industria electrónica y ni siquiera pensaba en instalarla. Hoy es una fuerza en el mercado electrónico mundial. En 1970 la Argentina tenía mucho más potencial técnico, económico y empresarial, y capacidad de producir estas cosas que Corea. "¿Cómo evolucionó la cultura industrial en las últimas décadas? "A fines de los sesenta la Argentina termina una etapa de su desarrollo industrial. Hay una fuerte discusión acerca de cómo seguir y el Gobierno termina promocionando grandes fábricas para completar el tejido industrial e impulsar fábricas intermedias y derivadas que permitirán la expansión. "¿Por ejemplo? "Por ejemplo: se construyen grandes fábricas siderúrgicas y se concretan ambiciosos proyectos petroquímicos. También se expanden las industrias del aluminio, de la celulosa y el papel, y alguna industria mecánica de avanzada, como la de Pescarmona. Se trataba de producir insumos más baratos para el conjunto de la actividad industrial. Estos proyectos fueron concluidos y hoy, lo más moderno que tiene la industria argentina es el producto de esa promoción industrial de los años setenta. "¿Qué siguió después? "La interrupción de ese proceso a partir del golpe militar de 1976. Empiezan a desmantelar la promoción industrial y generan una ideología que propone abrir la economía y que los empresarios hagan como puedan. En lugar de la idea de ayudarlos a crecer, se parte de la idea de que, como no crecieron lo suficiente, hay que destruirlos. "Un argumento oficial es: "No es necesario que el país tenga toda clase de industrias". "Seguro. Lo que es necesario es que el país tenga cierta estructura industrial. El tema es: cuáles actividades pueden ser dinámicas en la Argentina. "¿Cuáles? "El discurso oficial dice: "La industria agroalimentaria por las ventajas comparativas de la pampa argentina". Pero la industria agroalimentaria que puede exportar tiene muy poco valor agregado y muy poco valor técnico. Podría ser un fenómeno si, al mismo tiempo, esas industrias demandasen la instalación de fábricas que armen equipos para ellas. Pero en las actuales condiciones de apertura, importamos equipos, o sea que generamos trabajo afuera. "¿Y restamos trabajo adentro? "Sí. En las décadas del cincuenta y del sesenta, cada cien nuevos empleos que se creaban, cuarenta eran de la industria, y una buena parte del resto se relacionaban con el sector. En la última década la industria no ha sido creadora de empleos sino expulsora. Hoy podemos decir que hay en el país tanto personal de servicio doméstico como empleados directos en la industria "no me refiero a los trabajadores indirectos, como porteros o gente de seguridad de la industria". Mirando el perfil que tiene hoy el empleo, este país involuciona hacia las formas típicas de América latina en lugar de evolucionar con más trabajos industriales y servicios de alta calificación hacia el desarrollo.

1996

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