sábado, 28 de febrero de 2009

Regresión por Alfredo Zaiat

Las sentencias de que el campo es el principal generador de riqueza del país y que constituye el motor fundamental del crecimiento son reiteradas como verdades absolutas sin el más mínimo esfuerzo para conocer las experiencias de desarrollo exitosas de otras naciones. Ni se toman la molestia de intentar corroborarlas con informes técnicos rigurosos alejados de la influencia de vientos camperos, brisas alimentadas por un flujo constante de dinero de los poderosos integrantes del negocio agropecuario. La instalación de la idea del campo como corazón de la economía implica una regresión. Se trata de una concepción que atrasa más de un siglo en la esfera de la teoría de la ciencia económica y no mucho menos en las políticas económicas que se han implementado en países que pudieron realizar un salto cualitativo de su estructura productiva. Una sociedad urbana desinformada, una legión de políticos lanzados en campaña por especulación electoral y un sector del campo colonizado por la trama multinacional sojera han logrado la peculiaridad de que Argentina sea casi el único país de un mundo en fabulosa crisis que discute el regreso a una economía agroexportadora primitiva. En un debate serio sobre la estructura futura del transporte sería excluido cualquiera que proponga la expansión de la red ferroviaria con locomotoras a vapor alimentadas con carbón. No sería recibido con mucha seriedad que expertos de administración propongan como modelo empresario el regreso a formas de organización con exclusivo trabajo manual en las fábricas. Tampoco tendría mucho eco entre los productores agropecuarios una iniciativa que impulse el retorno al arado manual de los campos. Del mismo modo, el revitalizado pensamiento conservador sostiene que el destino del país es ser proveedor de granos, carnes y materias primas semielaboradas al mundo. Por lo tanto asegura que el campo es el nervio vital y principal de la economía. Esta idea absolutista representa un retroceso para encarar el sendero para el desarrollo de una sociedad integrada y avanzada. Existe un marcado componente autoritario de los protagonistas de ese modelo de regresión que, además de ejercer una violencia física y material minimizada u ocultada por defensores de la república, descalifican a quienes realizan esas observaciones críticas con el despectivo “ignorantes del campo”. Respondiendo a las múltiples y típicas acusaciones de citadino que, por lo tanto, no conoce el campo: no hace falta vivir en el interior para conocer la macroeconomía del país, sin contar con que muchos de los propietarios viven más en la ciudad que en sus explotaciones y no son ‘hombres de campo’ sino empresarios que invierten en el negocio agropecuario. Si se aceptara la crítica, sólo un industrial podría hablar de la industria (y debería considerárselo un sufriente y transpirado trabajador), sólo un pobre podría opinar sobre pobreza y sólo un comerciante sobre comercio. El aporte al crecimiento del PBI en el período 2002-2006 es el siguiente:
- La industria manufacturera contribuyó con el 22,6 por ciento.
- El comercio, 17,1.
- La construcción, 15,0
- Transporte y comunicaciones, 14,9
- La actividad agropecuaria, 3,5.
Sólo la intermediación financiera, con apenas el 2,2 por ciento, en esos años todavía en recuperación luego de su quiebra con el corralito de Cavallo, aportó menos que el campo en ese vigoroso ciclo de crecimiento económico argentino. Otras cifras: en el período 2003-2006, el PBI creció un 8,8 por ciento promedio, el PBI industrial lo hizo en un 10,0 y el agropecuario en menos de 6,0 por ciento. Más cifras: en ese lapso, las exportaciones de productos primarios aumentaron un 134 por ciento, las de manufacturas de origen agropecuario, un 135 y las de manufacturas de origen industrial, un 127. Pero las exportaciones de vehículos aumentaron 220 por ciento y las de soja y aceite, 150. El argumento campero para relativizar esa exposición macroeconómica que surge de Cuentas Nacionales es que directa e indirectamente todas las industrias son viables gracias a la producción del sector agropecuario. Es una particular interpretación narcisista que requeriría de la modificación de textos de estudio y de normas internacionales sobre Cuentas Nacionales, iniciativa que podría formar parte de un nuevo reclamo de la Mesa de Enlace. Aunque deberían mencionar también que el campo no podría haber alcanzado su actual nivel de desarrollo y pujanza sin el aporte de insumos industriales, tecnológicos y de servicios de base industrial, como el transporte.

Fuente

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sustraer la producción agropecuaria y SU INCIDENCIA DETERMINANTE en los porcentajes de participación de producción manufacturera, actividad comercial, transporte y servicios, revela mayor MIOPÍA que la ignorancia más cándida de como funciona la economía. Termino de leer uno de los disparates más patéticos. Mi estimado "especialista" en desinformación ¿No se le ocurrió establecer la relación de aumento del porcentaje en la participación del comercio en el PBI por cada punto del porcentaje de la producción agropecuaria? Un simple cálculo "al boleo" como diría el paisano, permite discernir que por cada punto que aumenta la producción agropecuaria aumentan entre 5 y 8 los otros rubros porque la progresión con relación al producto agropecuario es geométrica. Es de una ignorancia "sublime" establecer una relación "lineal" comparativa. Si la participación de la producción agropecuaria baja 2 pun tos y representara el 1 por ciento del PBI, en nuestra economía, equivale a que el comercio participaría en un 7 por ciento aproximadamente , ¿Comprende eso mi estimado señor "especialista"?...bueno no da para más...dejémoslo ahí, no vale la pena ilustrar más.

germanedberg dijo...

mas alla de la composición tributaria argentina, nuestro pais sigue siendo uno de los mas laxos en presion tributaria, (25%) comparado con europa todavia estamos lejos (38%) no me quiero imaginar el quilombo que estos señores del agro hicieran si eso sucede aca.

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