domingo, 21 de diciembre de 2008

El modo de vida insolvente

Si uno se fija en quienes integran el gabinete Obama parece como si las elecciones las hubiese ganado Hillary Clinton. Obama ganó ofreciendo cambio de políticas y políticos, pero en su gabinete pululan veteranos del gobierno Clinton y hasta del mismísimo Bush. Confiar una crisis a viejas manos es razonable, pero no a las manos responsables del desastre: de la quiebra financiera, moral y legal de Estados Unidos. La administración Clinton fue precursora de esas políticas que hoy explotan. Las designaciones insinúan perseverancia en el error, cambiar a Condoleeza por Hillary, en el Departamento de Estado es un simple relevo que da continuidad a la política anterior: ambas señoras apoyan guerras agresivas y repiten una frase que lo dice todo: “el modo de vida norteamericano no es negociable”. ¿Por qué ese modo de vida no es negociable? Porque es la base del sistema político norteamericano: una pequeña elite culta y cínica, una masa consumista donde se confunden las desigualdades internas y el pillaje de los recursos afuera y adentro. Un modelo que en más de un siglo ha formado castas empresariales y políticas. Castas, si, porque ese modo de vida no es uniforme. No lo comparten los 37 millones de norteamericanos -1 de cada 8 - que vive por debajo del nivel de pobreza y llega a ser uno de cada 3 cuando medimos los menores de edad. Un modo de vida donde hay 20% de la población por debajo del nivel de lectura funcional. El emblema del modo de vida americano es la clase media; la que mueve la economía y suele tener dos empleos. Una clase que trabaja mucho, pero consume más; por eso, a diferencia de sus pares europeos y asiáticos, no produce ahorro. La falta de ahorro nacional obliga a que EE UU se financie. El modelo está en crisis –básicamente- porque ahora dos salarios no bastan: el costo de vida sube, los salarios no y el empleo se hace precario. La clase media norteamericana no puede gastar más. El modelo estadounidense evita la cultura general; la secundaria enseña rudimentos apenas suficientes para trabajar. La educación superior - cada vez más cara e inaccesible - se enfoca a una especialización de escasa visión periférica y poca referencia cosmopolita. En Europa, América Latina o los países asiáticos, en todos, se imparte un bagaje cultural superior al norteamericano; sobre todo en los centros educativos primarios y secundarios, que es el nivel educativo de las mayorías. En la educación superior, Estados Unidos tiene prestigio para especializaciones, pero es visible la gran cantidad de profesores extranjeros: asiáticos, europeos o latinoamericanos, al punto de parecer una mayoría. Estados Unidos tuvo unos años de protagonismo industrial, después de la Segunda Guerra Mundial, cuando sus bombarderos habían destruido la infraestructura civil e industrial de sus competidores europeos y orientales. Desde los años 60, con fábricas reconstruidas según las últimas tecnologías, las exportaciones de Alemania, Francia, Italia y Japón desplazaron a las norteamericanas en el mercado internacional y en su propio mercado. A ese cuarteto se le sumaron otros, entre los que destaca China. Ese vuelco hizo que desde los setenta, el déficit comercial de Estados Unidos creciera hasta un nivel insostenible (800 mil millones de dólares, 2007) y eso se pago emitiendo bonos del tesoro hasta llegar a una deuda pública sideral (59.1 billones en 2008). El “modo de vida” insolvente norteamericano se acaba. La fractura se avecina. A medida que avanza el tiempo, los problemas financieros y económicos de EEUU se agudizarán. Millones de estadounidenses perderán sus ahorros y a lo largo y ancho del país aumentarán los precios y el desempleo. Gigantes industriales como General Motors y Ford están al borde de la quiebra y esto quiere decir que ciudades enteras quedarán sin fuentes de empleo, los gobernadores de los estados federados en términos cada vez más perentorios exigirán ayuda de la Reserva Federal, que no podrá atender todos los frentes, y aumentará peligrosamente el descontento nacional. Por un tiempo, ese descontento lo contuvo las elecciones presidenciales y la esperanza de que Obama haría el milagro, pero ya en la próxima primavera boreal, todos los estadounidenses comprenderán que en EEUU no ocurrirá ningún milagro. Otro factor importante es la vulnerabilidad legal de EEUU. En EEUU no existe un marco jurídico único que impere en todo el territorio del país, incluso en asuntos relativamente triviales como las normas de tránsito son diferentes en cada estado. El armazón legal que sostiene a EEUU es muy frágil, incluso en el ejército norteamericano en Irak prestan servicio extranjeros que aceptaron combatir a cambio de la ciudadanía estadounidense. De esta manera, las Fuerzas Armadas no pueden ser garante de las instituciones públicas y ni podrán impedir la división entre las élites políticas que de forma palpable se manifiesta en condiciones de crisis. EEUU se dividirá en varios pedazos.

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