domingo, 6 de julio de 2008

Las alianzas público-privadas y el desarrollo social

Hay que apuntarle a la productividad, pero con un impacto que va más allá de la rentabilidad, atendiendo al futuro mas que al presente. La internacionalización de la economía han dado paso a la construcción de un mercado mundial integrado, apareciendo un fenómeno que no esta previsto en los viejos postulados neoliberales: la co-gestión entre lo público y lo privado para la entrega de bienes y servicios a las comunidades. De este modo, las alianzas en todos los órdenes (entre Estados, entre agentes económicos, entre instituciones de gobierno y empresas privadas) se han convertido en ejes articuladores de procesos de desarrollo determinantes en la calidad de vida de las gentes. En este escenario, ha tomado fuerza la idea de un Estado que facilita la ejecución de iniciativas mixtas en beneficio de lo público. La noción de "Buen Gobierno" incorpora hoy tanto a los actores gubernamentales tradicionales, como al sector privado. Así, vemos cómo las iniciativas en pro de la satisfacción de las necesidades colectivas, involucran cada vez más a los llamados "actores corporativos emergentes", productores y/o prestadores de bienes y servicios públicos. La tendencia apunta a reconocer las bondades de constituir las bases para lograr una relación de colaboración efectiva, fundada en la consolidación de unas instituciones más efectivas, ágiles, flexibles, que interactúan con empresarios más comprometidos con lo social. En ese contexto, el sector privado debe avanzar hacia una mayor sensibilidad por lo público, siendo consciente de que el desarrollo de la sociedad y el progreso económico, constituyen bases irremplazables para la expansión de los mercados. Cuando persiguen el bien social los empresarios ganan más dinero que cuando persiguen fines exclusivamente egoístas e individuales. Es el ya clásico postulado de John Forbes Nash: cuando se persigue una ganancia colectiva, se gana más individualmente. Si se hace el revés, individualmente se gana menos. Se trata de pensar en el papel del Estado, como uno que acompaña y jalona el proceso productivo, porque es consciente de su impacto en el desarrollo social y el progreso económico. En tanto los empresarios estan llamados a emprender los cambios que sean necesarios para hacer que los hombres y las mujeres puedan ser vistos como el fin último de todo aquello que emprendemos. Unos y otros estan llamados a apuntarle a la productividad sí, pero con un impacto que va más allá de la rentabilidad inmediata, atendiendo las necesidades reales de la gente. Los empresarios deben convertirse en promotores del desarrollo integral, donde los humanos son un fin y no un medio. La integración efectiva de lo público y lo privado, además de permitir un mejor aprovechamiento de los recursos, conducirá en un futuro próximo a la consecución de una convivencia más armónica entre los seres humanos.

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