miércoles, 2 de julio de 2008

Crisis alimentaria

El aumento vertical de los precios de los alimentos no se debe a una escasez de productos básicos, sino a una conjunción de factores tales como el aumento de precios de los fertilizantes, al aumento del precio del petróleo y a que la producción de biocombustibles sustituye a los cultivos alimentarios. Así, el precio del arroz aumentó en un 75% entre febrero y abril de 2008 mientras que el precio del trigo explotó en un 120% durante el mismo periodo. Lo mismo ocurrió con otros productos básicos como la soja, el maíz, el aceite, la leche, la carne y otros. En el año 2007 los cereales registraron un aumento del 41%; los aceites vegetales un 60%, y los productos lácteos un 83%. La tendencia no se ha revertido, y más bien parece acelerarse. Entre 1974 —último año en que se recuerda una crisis de precios de alimentos— y el primero de este siglo, los valores reales de los alimentos cayeron, en promedio, 74%. Pero desde el 2001, los precios de alimentos en los mercados mundiales han ingresado en una espiral loca ascendente. Y a diferencia de lo que sucedió a comienzos de los 70, las razones del descalabro están aquí para quedarse. Cientos de millones de seres humanos se están incorporando al consumo de alimentos a los que antes no accedían en las nuevas potencias en ciernes como la India y China. Desde el año pasado las protestas, muchas veces violentas, se han desplazado como una pandemia desde México a Italia, a Burkina Fasso y más recientemente a Haití. Alimentos es el virus común a todas. Tan solo en el 2007 el gasto de las naciones en desarrollo en alimentos escaló un 25%. La producción de biocombustibles se hace en detrimento de los cultivos de plantas comestibles utilizando las reservas de agua, desviando tierras y capitales, lo que origina un aumento de precios de los productos alimenticios indefinido e ilimitado. ¿Qué harán las naciones ricas que necesitan reemplazar el petróleo con biocombustibles?. Se alimentaran de sus economías agrarias protegidas y fomentaran que las tierras de los países pobres del mundo en vez de usarse para cultivar alimentos se usen para proveer de energía a los países ricos. Resultado: en los próximos años millones de personas morirán de hambre, todas ellas habitantes de los países pobres por supuesto.

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