El escenario de la economía mundial será diferente de ahora en más. Estados Unidos ha estado exportando sus problemas al extranjero a través del dólar cada vez más débil. Por caso, a Europa le resulta cada vez más difícil exportar por la fortaleza relativa del euro respecto de la moneda estadounidense. Esa debilidad se ha empezado a manifestar porque esa potencia ha sido el único país industrializado que ha tenido persistentemente un déficit en cuenta corriente superior al 5 por ciento del PIB. La razón de esa excepcionalidad ha sido la hegemonía del dólar como dinero mundial, privilegio que ha empezado a cuestionarse. Como antecedente, el economista liberal chileno Sebastián Edwards sostiene que desde 1970 ningún país, industrializado o pobre, ha logrado mantener por más de cinco años un déficit externo de esa magnitud sin caer en una crisis de pagos. Adelanta, entonces, la inevitabilidad del ajuste en Estados Unidos.
Krugman, observó sobre la profundidad y, fundamentalmente, el desconocimiento sobre la actual crisis financiera. Relató una interesante anécdota trasmitida por un ejecutivo del fondo de inversión en bonos Pimco, Hill Gross, quien explicó que “estamos asistiendo, en sustancia, al desplome del sistema bancario moderno actual, un complejo de préstamos apalancados tan difícil de comprender que el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernake, precisó de un curso de puesta al día cara a cara con los gestores de los fondos de productos financieros derivados (hedge funds) a mediados de agosto”.
La eventual futura recesión en Estados Unidos gatillada por el estallido de la burbuja hipotecaria impulsada por los créditos denominados subprime es, en realidad, hija de la recesión contenida de 2001 por la política del entonces titular de la Reserva Federal, Alan Greenspan. En ese momento estalló la burbuja bursátil de las puntocom y el presidente de la banca central estadounidense redujo sucesivamente la tasa hasta el increíble 1 por ciento anual, base desde donde se impulsó la burbuja inmobiliaria que ahora ha explotado.
La presente crisis internacional es la primera de envergadura desde el shock petrolero del ’70 que tiene un mínimo impacto en la economía local. La relativa desconexión financiera a partir del default, la estrategia de desendeudamiento y de superávit gemelos y la acumulación constante de reservas han constituido una sólida defensa frente los vientos huracanados de la globalización.
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