sábado, 9 de septiembre de 2006

Japón: bajo presión

Japón fue por mucho tiempo la “locomotora económica” del desarrollo industrial del Este de Asia. Hoy en día, mientras Japón atraviesa una crisis industrial doméstica, China, con su creciente industria manufacturera y la emergente industria de alta tecnología, está cambiando el mapa industrial de la región. Japón enfrenta actualmente las presiones de la modernización de las tecnologías manufactureras de China y su aspiración de sobrepasar a EE.UU. en el campo de las industrias de alta tecnología. Japón ha experimentado recesión económica por más de 10 años, como parte de la cual se ha producido la reducción de las empresas manufactureras domésticas y el empeoramiento de desempleo. Sin embargo, sus industrias automovilística y electromecánica, su principal motor de crecimiento económico, se han estado trasladando constantemente al exterior. El alza de la industria manufacturera de China, caracterizada por una mano de obra que sólo consume de una vigésima a una trigésima parte del coste en Japón, puso sobre el tapete el denominado “vacío industrial doméstico” de Japón. Dicho término significa normalmente la transferencia de las bases de producción al exterior. Desde que Japón firmó el Acuerdo Plaza en 1985 para revalorar el yen, su proporción de producción manufacturera se ha desvanecido debido a la transferencia al exterior de las diversas industrias manufactureras, que buscan mantener su competitividad industrial. Según el Ministerio de Comercio Internacional e Industria de Japón, la proporción de la producción manufacturera en el exterior se incrementó del 6 por ciento a principios de la década de los noventa del siglo pasado al 14 por ciento en 2000. Las industrias automovilística y electromecánica han sido testigos de un constante incremento de la producción en el exterior y de una disminución paralela de la producción interna. Por otro lado, las importaciones de Japón desde China se han incrementado constantemente, afectando cada vez más al desarrollo industrial interno de ese país. La reducción continua de bases de producción en Japón ha conducido una caída en los niveles de empleo en el sector manufacturero. Al mismo tiempo, la mano de obra barata de China ha atraído gran cantidad de inversión foránea, incluyendo el capital japonés, a sus industrias manufactureras. A principios de los años ochenta, la reducción de puestos de trabajos en EE.UU., causada por el traslado de las industrias manufactureras al exterior, fue absorbida en gran medida por el sector de servicios. Como resultado, en los años noventa EE.UU. pudo mantener una tasa de crecimiento anual promedio del 3 por cientoy disminuir las tasas de desempleo y de inflación. Según el ministro japonés de Comercio Internacional e Industria, entre 1951 y la primera mitad de 2002, el volumen de inversión directa japonés en China sumó 22.900 millones de dólares. China está convirtiéndose en una potencia manufacturera a un ritmo asombroso. Atraídas por su crecimiento económico sostenido, las corporaciones transnacionales entraron al país, convirtiéndolo en una base productiva global y un centro de investigación y desarrollo tecnológico y de compra internacional. No cabe duda que el crecimiento industrial de China está rediseñando el mapa industrial de Asia. Sin embargo, todavía existen problemas en el proceso industrial chino. El mayor es cómo dotar a sus grandes empresas de propiedad estatal (EE) de superioridad competitiva. En algunos sectores, como la construcción de barcos, China podría desafiar a Japón y la República de Corea (RC), pero en general, el poderío industrial chino no puede igualarse al de las empresas de primer nivel de sus vecinos del Este de Asia. La estructura industrial china consta de las siguientes partes: empresas de industria pesada que carecen de competitividad internacional por razones históricas; empresas de mano de obra intensiva con cierta competitividad gracias a superioridades comparativas; e industrias establecidas por la inversión extranjera con creciente competitividad. Obviamente, el problema reside en las grandes empresas del estado. El gobierno no entregará a las empresas extranjeras sus industrias siderúrgica, petrolera, petroquímica y automovilística. Y está tratando de reestructurar estas empresas y establecer empresas domésticas poderosas. Sin embargo, la reforma de las empresas estatales no es una tarea fácil.

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