miércoles, 27 de septiembre de 2006

Houssay, Leloir, Milstein

La ciencia y la tecnología de América Latina carecen de una guía clara de orientación. La investigación científica tuvo un desarrollo modesto pero relativamente temprano en Argentina, Brasil y México, y en particular en el primero. Esto permitió que, en una situación de relativa carencia, destacaran grupos de investigación aislados con capacidad para afrontar los desafíos del momento en la frontera internacional del conocimiento. Esta «excelencia en la periferia», se constituyó como fenómeno posible gracias al contexto de una ciencia internacional todavía dominada, en grandes áreas, por el modo artesanal de hacer ciencia, regida por las pautas dominantes de la ciencia académica. Así, el primer premio Nobel científico de América Latina, Houssay, desarrolló sus investigaciones fisiológicas en su laboratorio de la universidad pública, equivalente al de los principales países científicos. Esta ciencia académica sufrió en varios países latinoamericanos los embates de la inestabilidad política, el oscurantismo ideológico y el autoritarismo anticientífico. Pero la Argentina constituye un caso paradigmático. La historia de los tres premios Nobel argentinos en ciencia reproduce de manera emblemática los efectos de esta política: Houssay desarrolló sus investigaciones en una universidad pública. El segundo, Leloir, aunque comenzó trabajando en ella, debió ampararse en los recursos de una fundación privada para contar con un laboratorio adecuado. El tercero, Milstein, debió migrar directamente a Inglaterra porque, después de una crisis política nacional, fue separado de su cargo como investigador en una institución pública donde había comenzado a crear el primer laboratorio de biología molecular del Continente. Esta sucesión describe la parábola del desdibujamiento de la ciencia académica en la Argentina.

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