A mediados de la década de 1980, a pedido del gobierno del presidente Alfonsín, la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional (AJCI) organizó un equipo de alto nivel para realizar un estudio sobre el desarrollo económico de la Argentina. El equipo fue liderado por el economista Saburo Okita. El estudio es uno de los más importantes que se han realizado sobre la economía argentina por expertos extranjeros. El informe fue hecho por expertos que provienen de un país cuya experiencia histórica difiere sustancialmente de la observada en otras potencias industriales. En efecto, ningún país ha transitado tan rápidamente como Japón desde el subdesarrollo hasta un puesto de vanguardia en el orden mundial ni seguido, en ese trayecto, políticas tan heterodoxas dentro de un sistema capitalista. El diagnóstico de los problemas y las propuestas de política para la Argentina del informe son coherentes con la experiencia de un país como Japón, que realizó una apertura programada de la economía con fuerte intervención de las políticas públicas, identificó las actividades estratégicas y las impulsó con todos los medios disponibles, privilegió el desarrollo de las empresas de capital nacional y sólo aceptó las extranjeras complementarias y no excluyentes de las nacionales, impulsó la ciencia, la tecnología y la educación como fuentes fundamentales del desarrollo, y vinculó a los bancos al financiamiento de las prioridades del país. Para ejecutar esta estrategia empleó la planificación porque una de las maneras efectivas para asegurar la continuidad y la consistencia de las políticas económicas es la formulación de un plan de mediano y largo plazo fundado en el consenso nacional. El plan es una expresión concentrada del futuro que el gobierno prevé para la sociedad. El plan debe proporcionar el marco de referencia dentro del cual el sector privado puede diseñar sus negocios y tomar las decisiones de inversión. El diagnóstico del informe de 1986 es contundente y discrepa de la versión ortodoxa, la cual atribuye los males argentinos a la pretensión de industrializar el país y a la intervención del estado. En cambio, dice Okita: “La contracción industrial es la causa principal del estancamiento económico global. La liberalización de la economía (durante el régimen de facto 1976-83) y la sobrevaluación del peso provocaron la serie de dificultades actuales de la economía argentina al deprimir la industria manufacturera y provocar la acumulación de una gigantesca deuda externa”. El informe propone una estrategia de desarrollo autosustentado asentada en la movilización de los recursos internos y en la ampliación del acervo científico tecnológico. Agrega: “La promoción de las actividades de investigación y desarrollo tendrá gran impacto en las innovaciones tecnológicas del proceso productivo y el apoyo de las inversiones industriales para la reactivación económica”. Las políticas que recomienda Okita, no sólo son las mismas que impulsaron el desarrollo del Japón, sino también el más reciente de los países de más rápido desarrollo de Asia, como Corea, Taiwan, Malasia, China e India. Okita dio estos consejos hace veinte años y todavía hoy nadie lo escucha en este país. No hay peor sordo que el que no quiere oír.
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1 comentario:
Pero hay una diferencia, y es que el desarrollo japones fue liderado por un estado japones...mientras que en la argentina estan los argentinos. No son solo buenas politicas las que hacen falta sino tambien un estado fuerte y eficiente para llevarlas a cabo, del que lamentablemente carecemos.
Japon tiene y tuvo un estado burocratico muy solido y "desarrollista", con buena capacitacion y cargos meritocraticos...Cualquier semejanza con la Argentina no seria otra cosa que pura coincidencia
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