sábado, 12 de agosto de 2006

La llave del éxito

El nivel educativo y científico de una sociedad es la causa de su desarrollo económico. Los países que a lo largo de su historia han puesto un énfasis constante en fomentar la capacitación de su población y la investigación científica, son los mas exitosos. En materia de Educación, hasta la década de 1960 Argentina poseía un nivel educativo que era notablemente superior al de muchos países desarrollados: naciones como Australia, Nueva Zelanda, Corea, Singapur, Irlanda o Finlandia poseían 3 años de escolaridad menos que la Argentina. Hoy esa relación se ha invertido y todos ellos tienen 3 años más de escolaridad que nuestro país: Argentina posee 8 años de escolaridad, levemente superior a los índices del resto de América Latina pero muy por debajo de los 11 años en, por ejemplo, Canadá. Las universidades argentinas desde su creación se han caracterizado por constituir lugares en los cuales se forman profesionales PERO NO CONOCIMIENTO, dado que no existe una política pública de investigación que fomente la incorporación sus logros al circuito productivo. Sólo se realiza cierta investigación en algunas áreas muy específicas (Física, Matemática, Química y Medicina: no casualmente, las áreas en las cuales Argentina supo destacarse e incluso tener Premios Nobel), pero sin integración con el sector productivo. Los conocimientos y técnicas de avanzada que se utilizan en la producción local son generados en el exterior y comprados por las empresas nacionales o por las subsidiarias locales de compañías transnacionales. Hoy, Argentina invierte por cada alumno menos de 500 dólares al año, la cuarta parte de lo que gasta Uruguay y 40 veces menos que Estados Unidos. En cuanto al desarrollo científico y tecnológico, un dato preocupante que muestra una clara limitación a las posibilidades de desarrollo del país es la escasez de recursos que se destinan a la investigación científica y tecnológica (CyT). Argentina invierte menos del 0,3% de su PBI en CyT, unas diez veces menos que Japón, EEUU o el promedio de la Unión Europea y un tercio de lo destinado por Brasil. El problema se agrava al considerar la insignificante participación del sector privado de nuestro país en desarrollo científico y tecnológico. En Argentina el 95 por ciento del gasto total en CyT y el empleo del 87 por ciento de los investigadores corresponden al Estado, mientras que en la mayoría de los países desarrollados el esfuerzo es llevado a cabo principalmente por el sector privado. A esta falta de recursos se suma la ineficacia de las instituciones científica publicas para traspasar la de por sí escasa tecnología existente al sector privado y la indiferencia del sector privado por adquirir este conocimiento tecnológico. Estos datos hablan claramente de un importante atraso tecnológico, de investigación y educativo y de una preocupante tendencia a que empeore con respecto al resto del mundo. Los principales problemas que sufre hoy el aparato CyT argentino son 1. la carencia de recursos que padecen el Complejo CyT y la universidad, 2. la falta de eslabonamiento con los sectores de la producción, 3. la inexistencia de una estrategia industrial, 4. la falta de una política adecuada de recursos humanos en la Argentina. Es inevitable que estas carencias repercutan sobre el perfil productivo y la competitividad internacional de nuestra producción, reflejados en el bajo valor comparado de nuestras exportaciones (350 dólares por tonelada) respecto de las importaciones (1.300 dólares por tonelada).

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