domingo, 20 de agosto de 2006

La educación y sus tres niveles clásicos

La evidencia histórica respalda la opinión de que no hay desarrollo sostenible sin una alfabetización universal de la población. Aquellos países que se empeñan en desviar el gasto público hacia la enseñanza superior cuando tienen altas tasas de desescolarización, están echando piedras sobre su propio tejado. En las primeras etapas del desarrollo la alfabetización escolar debe ser, sin duda alguna, la primera prioridad. La educación terciaria, la creación de un grupo altamente cualificado, debe estar en relación con la capacidad del país para absorber tanto las innovaciones tecnológicas como a los científicos y técnicos que el sistema superior de enseñanza produce. La «sobreinversión» en este nivel de educación puede ser perjudicial para el desarrollo de un país si no está en función de su capacidad tecnológica: la consecuencia no querida puede ser el subempleo de mano de obra altamente especializada o la fuga de cerebros. De esta forma, la capacidad competitiva de una nación está relacionada, por una parte, con la combinación adecuada de educación primaria, secundaria y terciaria, y, por otra, con la forma en que estos grados de educación se relacionan con el nivel de desarrollo y con el estado de la tecnología. El enfoque económico de la educación significa que hay que atenerse a los imperativos de la realidad, testaruda y tenaz, que nos indica una y otra vez la relación ineludible entre el sistema educativo y el productivo, la importancia de la educación para un desarrollo sostenido y, a contrario sensu, los efectos negativos de una política económica que descuida la atención a la educación.

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