miércoles, 23 de agosto de 2006

Ciencia: la oferta y la demanda (versión abreviada)

Si bien en la creación de los Institutos Tecnológicos en Latinoamérica subyacía la idea de difundir la ciencia aplicada y promover el desarrollo tecnológico, los primeros esfuerzos en la región -en línea con el modelo que seguían los países desarrollados- se caracterizaron por un enfoque “ofertista” representado a través del llamado modelo lineal. Cabe acotar que este enfoque se basa en la suposición de que el conocimiento puede ser expresado como una línea continua, con un gradiente que va desde un extremo de mayor abstracción (investigación básica) hasta otro más vinculado con problemas prácticos (investigación aplicada y producción de tecnología). De esta forma, el progreso tecnológico es concebido como un proceso unidireccional, EL EMPUJE PROVIENE DE LA INVESTIGACIÓN BÁSICA que fija el ritmo de dicho progreso, y la aplicación de los conocimientos se da al final del proceso. La tendencia de la CyT en la región fue la de promover la investigación básica y aplicada según el modelo ofertista. En muchos países se creó la carrera del investigador, se instrumentaron programas de becas y se financiaron proyectos de investigación. Ahora bien, a partir de la década del ’60, surge un importante movimiento que critica este enfoque sosteniendo que la ciencia y la tecnología latinoamericana mostraban un fuerte carácter elitista y se hallaban desconectadas de la sociedad y del sector productivo local. La acción de insertar la ciencia y la tecnología en la trama misma del desarrollo significa saber dónde y cómo innovar. Este proceso político constituye el resultado de la coordinación de tres elementos fundamentales en el desarrollo de las sociedades contemporáneas: el gobierno, la estructura productiva y la infraestructura científico-tecnológica. Es importante aclarar, que esta línea de pensamiento surgió más de una práctica que de teorías, práctica que podemos identificar fundamentalmente con la desarrollada en algunas empresas públicas comprometidas con la creación de una capacidad tecnológica local. Los resultados fueron poco fructíferos y eso se debe a que en la región, a los problemas de la oferta que se manifiestan por ejemplo en la distancia que separa a la comunidad científica de los problemas de la sociedad local o en la falta de eficiencia de los organismos de ciencia y tecnología locales, se suman graves problemas del lado de la demanda. No existe en Latinoamérica una demanda real de desarrollos científicos y tecnológicos por parte del sector productivo, ni hacia los centros de investigación públicos o universitarios. La escasa demanda del sector productivo local se ha visto satisfecha desde el extranjero, profundizando la dependencia tecnológica que se ha convertido en un problema estructural para América Latina. ¿Cómo se explica esta situación? Durante la mayor parte de la historia económica latinoamericana, los beneficios extraordinarios del conjunto de la cúpula económica HAN DERIVADO DE SITUACIONES MONOPÓLICAS NO BASADAS EN LA INNOVACIÓN SINO EN LOS PRIVILEGIOS. Consecuentemente, estos poderosos actores dedicaron recursos exiguos a la I+D y no necesitaron demandar al Estado ni actividades, ni políticas de CyT. La inversión media de Latinoamérica en I+D es del 0,59% del PBI. Latinoamérica en su conjunto invierte en Ciencia y Tecnología un porcentaje inferior al que podría esperarse respecto de su producto. En América Latina es notable el énfasis que se pone en las actividades de investigación respecto de las de desarrollo. En la mayor parte de los países la porción sustantiva de la inversión en I+D se destina a investigación básica y aplicada, en tanto que LA INVERSIÓN EN DESARROLLO EXPERIMENTAL es prácticamente insignificante. Aun en un contexto de profunda crisis económica los países de la región aparecen fuertemente inclinados hacia el extremo más básico y teórico de la investigación científica; observándose una débil articulación entre las actividades de investigación y las actividades productivas y de innovación. Este modelo contrasta con el que siguen la mayoría de los países industrializados, donde la inversión EN ACTIVIDADES DE DESARROLLO EXPERIMENTAL, en casi todos los casos, supera el 60% de la inversión en I+D. En suma, esta estructura de utilización de recursos evidencia la escasa vinculación de las instituciones científicas y académicas latinoamericanas con las empresas y los actores que utilizan y aplican el conocimiento científico y tecnológico. En el año 1999 América Latina no llegaba a contar con un investigador por cada mil habitantes de la PEA mientras que la Unión Europea contaba con cinco, los países nórdicos con más de siete y EEUU con más de ocho. Además, en términos relativos, los investigadores de nuestra región cuentan con aproximadamente la mitad de los recursos con los que cuentan los investigadores en Japón o los países nórdicos, y la distancia se profundiza aun más en el caso de EEUU o de los países de la Unión Europea. El panorama descrito, pone de manifiesto que Latinoamérica muestra una profunda debilidad estructural en materia de Ciencia, Tecnología e Innovación que atañe a la región en su conjunto.

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