jueves, 20 de julio de 2006

Invertir en ciencia

En California, en especial el de la zona de San Diego, la inversión decidida en investigación científica transformó en sólo 20 años una zona de colapso en la segunda economía más dinámica del mundo.
La triada Gobierno-Industria-Universidad fue la gran palanca en la zona. California enfrentó en los años 80 el cierre y la reubicación de la ponderosa industria militar, naval y aeroespacial que la mantenía, y tuvieron que enfrentar el cierre de 100 mil puestos de trabajo. Entonces los gobiernos federal y estatal decidieron fortalecer la investigación científica, en especial la desarrollada en la Universidad de California, al tiempo que se crearon 120 mil empleos de alta tecnología en nuevas compañías. El modelo educativo de California explotó, tanto en Silicon Valley en el norte como en San Diego en el sur. En estos años, se invirtieron 1300 millones de dólares en biotecnologia y 1200 millones en capital de riesgo, por parte de las empresas. Hoy, Sorrento es la Meca de la tecnología inalámbrica (wireless) y se han establecido 1320 empresas de alta tecnología y ciencias de la vida. El gobierno federal de EU invierte en esta zona fuertes recursos en investigación científica, que ha resultado en la generación de 500 patentes de alto impacto tecnológico, 435 licencias de aplicación tecnológica, 84 compañías lideres en el mundo. California, si fuera un país, seria la economía de crecimiento más dinámico del planeta. Esto es posible gracias a la apuesta por la ciencia. La única zona, aparte de San Diego y Silicon Valley con estas características y pujanza es el corredor Nueva York-Boston. Pero en material de alta tecnología, San Diego es la de crecimiento mas importante. El financiamiento de la innovación ha demostrado, en esta zona, que catapulta el desarrollo humano a niveles increíbles. Por ello, es imprescindible LA INVERSIÓN DECIDIDA E INTELIGENTE DE LOS GOBIERNOS EN CIENCIA. En Argentina, las universidades publicas no han logrado vincular sus posibilidades con las empresas, y la inversión ha sido paupérrima en investigación científica. La formula es sencilla: invertir fuerte en ciencia. Pero los argentinos no lo quieren entender. Tal vez nos falte inteligencia. Y como decía el general: “he visto muchos malos volverse bueno, pero no he visto ningún tonto volverse inteligente”.

Fuente: La Cronica de Hoy de Mexico

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