domingo, 30 de julio de 2006

Economía USA: un desastre

El PBI de Estados Unidos creció 2,5 por ciento en el segundo trimestre. Los analistas esperaban una expansión de 3 por ciento, luego de la suba de 5,6 por ciento verificada en los primeros tres meses del año. Por su parte, la inflación aceleró su paso al pasar del 2,7 al 4,0 por ciento entre el primer y segundo trimestre. El crecimiento más débil a lo esperado en Estados Unidos reafirmó las posibilidades de que la Reserva Federal (FED) finalmente aplique una pausa en el ritmo de suba de las tasas de interés. Cuando la Fed sube las tasas de interés, los inversores internacionales se sienten más atraídos por las inversiones denominadas en dólares. Esa mayor demanda de activos estadounidenses tiende a elevar el valor del dólar. Pero cuanto mayor es el valor del dólar, más caros son los bienes estadounidenses para los extranjeros y más baratos los bienes extranjeros para los estadounidenses, lo cual empeora la balanza comercial. Un dólar muy alto puede causar una caída de la producción en industrias sensibles a las importaciones o que dependen de las exportaciones. Si el dólar sigue fortaleciéndose en un futuro cercano podría debilitarse la demanda de exportaciones de EE.UU. y aumentar la demanda de importaciones, lo cual desmejoraría la balanza comercial. La demanda de dólares no depende sólo de las tasas de interés de los EE.UU. sino también de las tasas de los activos en otras divisas, y éstas también están aumentando. El Banco de Japón puso fin a seis años de tasa cero y subió su tasa de a 0,25%. Las tasas de interés en euros también suben, fundamentalmente como respuesta a las presiones inflacionarias en Europa, pero también al alza de tasas en los EE.UU. Esas subas de tasas en los activos en euros y yenes tenderán a reducir la demanda de activos estadounidenses, contrarrestando los efectos de los aumentos de las tasas de interés estadounidenses. Pero con una economía que languidece los aumentos de la tasa de interés de los EE.UU. pararán pronto. Las tasas en euros y yenes probablemente sigan subiendo varios meses. Dada la dirección de las tasas extranjeras, también es posible que el dólar se vuelva relativamente menos atractivo para los inversores externos en los próximos meses. Un dólar más débil estimularía la demanda de exportaciones estadounidenses, lo que en parte, contrarrestaría el impacto de las altas tasas de interés en el país. Al menos, ese sería el panorama más rosado. Los bancos centrales probablemente detengan o reviertan sus aumentos de tasas de interés para amortiguar un golpe de ese tipo. Las subas de tasas de interés de hoy en día son un intento para desacelerar la economía y evitar la inflación. Pero en la próxima década, puede que los yanquis se vean obligados a aumentar las tasas de interés sólo para atraer préstamos extranjeros para financiar el déficit presupuestario. Esas tasas altas lesionarían el crecimiento económico y presionarían a la Fed a volver a la política de interés bajo y dinero fácil que hemos visto en los últimos cinco años. Una política semejante corre el riesgo de estimular la inflación. Las políticas de dinero barato de los últimos años han tenido un impacto sorprendentemente insignificante en los salarios, en parte por la amenaza de que los puestos de trabajo migren a países de salario bajo. Pero si el dólar cayera bastante, el trabajo extranjero ya no sería tan buen negocio, y eso fortalecería a los trabajadores estadounidenses en las negociaciones salariales. En esta cadena, una espiral inflacionaria sería una posibilidad cierta, lo cual volvería más alto el costo de una decisión errada. La confirmación de que la economía estadounidense aflojó su ritmo de crecimiento en el segundo trimestre permite al euro recuperase frente al dólar. De manera que EEUU esta en una trampa de la cual no puede escapar: si aumenta la tasa de interés, aumentará su déficit, si diminuye la tasa de interés, sufrirá una espiral inflacionaria. A esto se suma que existe una concentración cada vez mayor de ingresos en manos de unos pocos, pero a los yanquis les cuesta creer que esta concentración esté avanzando tanto como para que la mayoría de los estadounidenses no reciban nada del crecimiento. Sin embargo, datos recientes demuestran que eso es precisamente lo que sucedió en 2004. El crecimiento de la economía beneficia principalmente a una pequeña élite y deja afuera a la mayoría de las familias. Esto es lo que sucedió en 2004. La economía estadounidense creció un 4,2 %. Sin embargo, el ingreso real de una familia mediana en realidad cayó. La pobreza aumentó, y también la cantidad de estadounidenses sin cobertura de salud. Entonces ¿a dónde fue el crecimiento?. En 2004 el ingreso real del 1% más rico de EE.UU. aumentó un 12%. Al mismo tiempo, el ingreso real promedio del 99% restante de la población aumentó apenas un 1,5%. En otras palabras, un grupo relativamente reducido de personas recibió casi todos los beneficios del crecimiento. El crecimiento no sólo salteó a los pobres y a la clase media baja sino también a la clase media alta. Los aumentos fueron acaparados por gente que ya estaba en la estratósfera económica. El otro resultado revelador es que tener un alto nivel de educación no garantizó una participación en los beneficios del crecimiento económico. Los ingresos reales del graduado universitario típico bajaron en 2004. En suma, la economía es floreciente para el ejecutivo de grandes empresas o para el propietario de muchas acciones. La mayoría de los estadounidenses viven el crecimiento económico como meros espectadores.

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