Banco del Sur

Los neoliberales dicen que América Latina carece del ahorro y la capacidad de gestión suficientes para impulsar su propio desarrollo y que, por lo tanto, éste descansa en la inversión extranjera y el crédito internacional. Este es el fundamento teórico del neoliberalismo para justificar el endeudamiento y extranjerización que caracterizan la realidad latinoamericana. Por lo tanto, cabe esperar, desde las tribunas ortodoxas, el rechazo a la iniciativa de creación del Banco del Sur, por innecesario, imprudente e inviable. Sin embargo, la experiencia de los países exitosos, como las potencias industriales emergentes de Asia, demuestra que su desarrollo se funda, en primer lugar, en la movilización de los recursos propios y en crecimiento basado en la acumulación de capital, tecnología, capacidad de gestión y sinergias creativas entre las esferas pública y privada. Es decir, los países exitosos lograron financiar su desarrollo esencialmente con recursos propios. Lograron también incorporar financiamiento e inversiones extranjeras complementarias, no sustitutivas, de los recursos y capacidad de gestión propios. El Banco del Sur podría catalizar recursos de los sistemas bancarios nacionales, al liderar la formación de consorcios para encarar proyectos de diversa escala. Según parece, el fondeo inicial del Banco surgiría de la asignación de UNA PEQUEÑA PROPORCIÓN (alrededor del 5%) de las reservas de los bancos centrales de los países miembro. Esto implicaría un capital inicial cercano a los 10 mil millones de dólares, lo cual convertiría al Banco, de partida, en una entidad importante, capaz de movilizar recursos complementarios en las plazas financieras regional e internacional. Sobre estas bases, el Banco sería una fuente principal del financiamiento del desarrollo regional integrado.