domingo, 18 de junio de 2006

Jaque al dolar

En marzo del 2005, el entonces gobernador de la Fed. Ben Bernanke lanzó una explicación sobre el déficit récord de la cuenta corriente estadounidense: la causa no era un comportamiento dispendioso de los EE.UU. ni la baja tasa de ahorro de su población sino un desequilibrio generado desde el exterior. Los grandes países de Asia y otras economías emergentes (gracias a sus superávits exportadores o a las políticas de ajuste) ahorran más de lo que gastan, y eso asegura un masivo e incesante flujo de dinero hacia el dólar. Según esta explicación, el déficit estadounidense deja de ser un problema si ese dinero superabundante sigue necesitado de colocarse en alguna parte: más allá de las tasas, el dinero del resto del mundo sostendría al dólar. Otros economistas, como Paul Samuelson, arrojaron dudas sobre si esa sobreoferta necesitada de reciclarse en dólares debe ser considerada "una característica permanente de la economía, en la que se pueda confiar". Una utilidad que se le vio a la tesis de Bernanke es que ayudaba a explicar el enigma de por qué las tasas de interés de largo plazo seguían bajas aún cuando la Fed estaba elevando las de corto plazo. Con relación a los desbalances globales, se dice que cuando China e India, países de altos superávit comerciales, dejen de financiar a Estados Unidos, ese país se va a desplomar financieramente. El actual episodio de inestabilidad va en sentido contrario a esta tesis. La gente está más nerviosa y compra bonos del Tesoro de Estados Unidos a 10 años que caen por debajo del 5 por ciento, una tasa ridículamente baja, y el dólar se aprecia porque se anticipa que va a haber una tasa de interés más alta. Por otra parte, Ahmadinejad, anunció a mediados de mayo que Irán denominaría sus exportaciones de petróleo y gas en euros. Y parece que en julio comenzará a montarse, por fases, una bolsa de petróleo en Teherán para competir con las de Nueva York y Londres. No es la primera vez que Irán (que importa un 40 por ciento de su gasolina y gas por su falta de capacidad de refinamiento y que ha convertido gran parte de sus reservas al euro) amaga con dar tales pasos, que van directamente contra los intereses vitales de EEUU. Los iraníes saben que el talón de Aquiles de Estados Unidos es el dólar y apuntan sus dardos directamente allí. Destruir el dólar es el equivalente financiero de un ataque nuclear. Hasta ahora sólo en noviembre de 2000, el Irak de Saddam Hussein se atrevió a poner todo su petróleo en euros. Pese a los vaticinios, con la caída del dólar, acabó ganando dinero. Tras la invasión americana, en junio de 2003 el petróleo iraquí volvió a cotizarse en dólares. El caso es que las voces para pasar al menos una parte del petróleo y el gas a euros van creciendo. En la reciente cumbre de la OPEP en Caracas, Chávez volvió sobre este tema, al considerar que hay que acabar con la dictadura del dolar. También los noruegos, buenos aliados de Estados Unidos en la OTAN, desean crear su bolsa y pasar su gas y petróleo al euro. No los británicos, pues los intereses financieros de la city están, en esto, aún con el dólar. Putin quiere impulsar el rublo en sus ventas energéticas y empiezan a crecer las demandas para, al menos, fijar los precios según una cesta de divisas, como hizo China cuando la revaluación del yuan. Para empezar, la cotización en euros no tendría por qué llevar a un aumento del precio del barril en términos reales, sino que, al tratarse de una moneda fuerte en estos momentos, quizás podría ocurrir lo contrario: que no hubiera subido o suba tanto. Si todo el mercado de petróleo (y de gas natural) se pasara al euro, la demanda de moneda europea (para la que físicamente no habría suficiente y para lo que no está preparado el Banco Central Europeo) sería tan brutal como la caída de la cotización del dólar, que se vendría abajo como moneda de reserva. Encarecería las exportaciones europeas fuera de la eurozona. Se produciría una carrera para convertir las reservas nacionales a euros. Un 65 por ciento de las reservas de divisas de los bancos centrales del mundo está en dólares. La decisión no ya de invertir, sino de equilibrar esta situación, llevaría a una caída de la moneda y A LA VENTA MASIVA DE BONOS DEL TESORO DE EE.UU., que están principalmente en manos asiáticas, especialmente de China y Japón. La situación actual lleva a los chinos a prestar dinero a los estadounidense para que éstos compren esencialmente productos chinos. En otras palabras, EE.UU. produce dólares y el resto del mundo, cosas que se pueden comprar con dólares. El resultado es un endeudamiento público y privado excesivo, pero que EEUU logra mantener al beneficiarse de poseer la única moneda mundial. Pero el impacto inmediato sería una quiebra del sistema y un aumento notable de las hipotecas y los préstamos al consumo para las familias americanas o para las empresas. Estados Unidos trataría de evitarlo.

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