domingo, 21 de mayo de 2006

El tigrecito sudamericano

Durante los primeros tres meses del año las inversiones productivas explicaron casi todo el crecimiento que manifestó la actividad industrial y que terminó el período con una suba de 6,9%. En ese mismo lapso, además, el empleo en el sector fabril aumentó a un ritmo similar a la mejora total de la actividad, al cerrar en 6,3%. Las inversiones fueron las responsables del 97% del avance fabril del primer trimestre del año. En tanto, la utilización de la capacidad instalada en esos meses, que fue apenas 0,2% superior a la del mismo lapso de 2005, EXPLICA SÓLO EL 2,8% DEL SALTO INDUSTRIAL. De manera que los que dicen que la industria crece solo porque se esta reutilizando la capacidad instalada durante la época menemista, mienten. La industria crece porque se invierte y se amplia la capacidad instalada. Para disgustos de muchos profesionales del fracaso esta naciendo un tigrecito asiático en Sudamérica. El proceso de incremento de las inversiones en el sector fabril arrancó a fines del 2003 y, desde entonces, se ha venido intensificando ininterrumpidamente, cosa que los liberales niegan en publico y lamentan en privado. Durante el año pasado, las inversiones explicaron entre el 80% del crecimiento de la actividad fabril. Las inversiones posibilitaron en el primer trimestre de este año el crecimiento a una tasa de 6,7%, sin generar ningún cuello de botella en la producción, como habían presagiado algunos analistas. La Argentina crece desde hace cuatro años a tasas chinas y eso le ha permitido ir logrando mejoras en indicadores sociales (pobreza e indigencia), con reducción en el índice de desocupación. No ha sido usual en los últimos setenta años que la economía argentina crezca tanto y durante tanto tiempo. Esta naciendo un trigrecito asiático en Sudamérica. Los especialistas en pronósticos errados desean con toda su alma que la economía comience a desacelerarse para que este impulso se pierda para siempre. Por eso recomiendan enfriar la economía con subas de tasas de interés y un ajuste fiscal aún mayor para frenar la “inflación”, o la de dejar caer el dólar. Odian la Argentina, y le desean mal. Eso explica sus malos consejos.

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