lunes, 6 de febrero de 2006

El capitalismo magico

El capitalismo magico interpreta la realidad a partir de supuestos que no son empíricamente verificables. En nuestro caso, lo curioso es que los cultores del capitalismo mágico suelen ser personas que no son precisamente analfabetas. Antes bien, muchas de ellas suelen acreditar distinguidos currículos académicos en las universidades más prestigiosas de los Estados Unidos y otros países centrales. Sostiene el capitalismo mágico que la revolución científico tecnológica ha borrado las fronteras nacionales y que las principales transacciones se realizan actualmente en el mercado global. De este modo, el poder decisorio sobre la acumulación de capital y la asignación de recursos ha sido transferido desde los espacios nacionales a los actores globales. Es decir, los mercados financieros y las corporaciones transnacionales. Los Estados nacionales han perdido entonces capacidad de influir el comportamiento de los agentes económicos. Sólo las grandes potencias conservan cierta gravitación sobre el funcionamiento de los mercados. Sostiene también el capitalismo mágico que la adhesión incondicional al libre comercio, la liberación de las transacciones financieras y la eliminación de normas regulatorias de las inversiones de las corporaciones transnacionales aseguran la eficiente asignación de los recursos en la economía mundial y la participación de todos los países en los frutos del desarrollo. Por definición, los mercados siempre generan la mejor asignación económica y social de los recursos. En relación a los capitalismos periféricos, el mensaje es contundente: sólo es posible aplicar políticas sumisas ante los mercados extranjeros. Cualquier desvío desencadena una sucesión de calamidades. En cambio, las políticas subordinadas a las expectativas de los mercados extranjeros pone en marcha el mencionado círculo virtuoso de mejora del riesgo país, baja de la tasa de interés, aumento de la inversión y crecimiento de la producción y el empleo. LA REALIDAD NO RATIFICA LOS SUPUESTOS NI LAS PROPUESTAS DEL CAPITALISMO MÁGICO SINO, MAS BIEN, TODO LO CONTRARIO. Uno de los elementos más peligroso del capitalismo mágico es la mezcla de elementos esenciales de la sensatez económica con los contenidos irracionales de sus otros postulados. Es en verdad necesario siempre poner la casa en orden, mantener los equilibrios macroeconómicos, contar con una moneda sana y la estabilidad de precios. El resto del mensaje, en cambio, obedece a la visión céntrica sobre la organización de las relaciones internacionales. Es fácil comprender por qué, desde la perspectiva de los intereses del capitalismo céntrico, se divulgue el dogma del capitalismo mágico. La historia de la globalización revela, por ejemplo, cómo, en su período hegemónico en el transcurso del siglo XIX, Gran Bretaña impulsó el libre comercio y la liberación de los mercados. La postura británica era compatible con el mayor desarrollo relativo de la nación pionera de la revolución industrial. Las potencias industriales entonces emergentes, como los Estados Unidos, Alemania y Japón, no adhirieron al capitalismo mágico y construyeron sus respectivos capitalismos nacionales con sus propios recursos y mercados. En las condiciones contemporáneas sucede lo mismo. Las naciones más avanzadas, como lo Estados Unidos, divulgan el capitalismo mágico y por las mismas razones que Gran Bretaña el siglo XIX. En la actualidad, el capitalismo mágico es esencialmente una propuesta de los centros a los países periféricos. En modo alguno, los países centrales aplican los mismos criterios dentro de sus propias fronteras ni en sus relaciones externas. Basta recordar los subsidios y la multiplicidad de instrumentos proteccionistas aplicados por la Unión Europea y los Estados Unidos. En realidad, el dogma del capitalismo mágico es una especie cultivada con particular éxito en la América latina. Países periféricos de otras latitudes, como los de Asia sudoriental, han desarrollado visiones propias del orden global y consecuentes políticas de desarrollo. Los resultados son evidentes. Mientras nuestros países no logran salir del atraso, aquellos fueron capaces de superar en plazos históricos breves niveles extremos de subdesarrollo y subordinación. No es difícil entender la divulgación del capitalismo mágico desde la perspectiva de los intereses de corto plazo de los mercados financieros o las corporaciones transnacionales de los países centrales. Es más complejo, en cambio, comprender su predominio dentro de países periféricos, como los de América latina. Se trata de un extraño caso de UNA SUBORDINACIÓN MENTAL.

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