jueves, 16 de febrero de 2006

Alerta por déficit fiscal

El gobierno de EEUU resucitó la semana pasada el bono a 30 años (el bono largo), un título de referencia en todo el mundo cuya emisión interrumpió en los tiempos de vacas gordas de 2001, cuando el país disfrutaba de un superávit fiscal. Es un signo del cambio de color, de negro a rojo, de las cuentas públicas. En el 2001, el entonces subsecretario del Tesoro, Peter Fischer, anunció su defunción con el argumento de que Estados Unidos no lo necesitaría para atender a las necesidades financieras en los años venideros. Resulta que e equivocó, las cosas han cambiado totalmente y para peor, yanquilandia necesita mas financiación y mucha. El Gobierno tenía desde 1997 un superávit fiscal, HABÍA COMENZADO A PAGAR PARTE DE SU DEUDA POR PRIMERA VEZ DESDE 1930 y preveía que no debería nada a nadie en 2013 si continuaba por ese camino. Pero 2001, el año George reemplazó a Bill en la Casa Blanca, fue el último con balance positivo. El año fiscal actual termina con un déficit presupuestario superará los 400.000 millones de dólares, según los cálculos del Gobierno, debido a los gastos en Irak y Afganistán, y las partidas para la reconstrucción de los estados afectados por el huracán ‘Katrina’ en agosto. Próximamente se tendrá que sumar los gastos que insumirá la futura guerra contra Iran (Rice ya pidio 74 millones para el asunto). Los déficit sucesivos alimentan una deuda pública que la semana pasada rebasó los 8,2 billones de dólares, lo que requerirá que el Congreso eleve el límite de lo que el Gobierno puede pedir prestado, una resolución que se espera que adopte dentro de un mes. Con ese número en mente, el Tesoro ha dado una segunda vida al bono largo con el deseo de GARANTIZARSE UN ENDEUDAMIENTO BARATO A LARGO PLAZO. Entonces, el Tesoro yanqui imprime unos papelitos firmado por el Tio Sam, para que los giles sigan comprando. Dicen que nace un tonto por minuto, es cierto, porque la emisión de la semana pasada, la mayor de un bono a 30 años desde su creación en 1977, le fue bien. Vendió títulos por 14.000 millones de dólares a una rentabilidad de 4,53 por ciento. Esa tasa es menor que la esperada por los analistas, entre 4,57 y 4,6 por ciento, y es consecuencia de la alta atracción del título. Esta emisión, según fuentes del Tesoro, será seguida por otra en agosto, probablemente de unos 11.000 millones. Y después vendrán otra y después mas, y después otra y después los que las hayan comprado tendrán mucho papel para ir al baño y.....

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